Arcelia Ayup Silveti

Soy admiradora de nuestras tradiciones, entre ellas de los altares de muertos. 

Valoro muchísimo a quienes mantienen con vida esto tan nuestro, en especial si involucran a los jóvenes. 

Cada año, en la Facultad de Contaduría y Administración (FCA) de la Unidad Torreón de la UAdeC se realiza un concurso de estas interesantes ofrendas. 

Para la presente edición, Flor Chairez me invitó como juez, lo cual acepté encantada. 

Participaron cuatro grupos de diferentes grados y secciones.  En cada uno de ellos, algunas alumnas nos explicaron a los jurados la intención de haber elegido a quien dedicaron su altar: 

Roberto Gómez Bolaños, Frida Kahlo, José José y José Uriel López Méndez. También justificaron los elementos de su ofrenda. Escuché a cada grupo.  Me llamó la atención los primeros tres seleccionados. Un comediante que se ha colado después de tantos años entre generación y generación.  Cuyo disfraz de “El Chapulín colorado” y de “El Chavo del 8” se lleva vergonzosamente a otros países como prócer mexicano. 

La pintora que ha cobrado fama internacional y el cantante retirado hace treinta años, cuyos restos fueron tema de sorpresa y bromas más allá de México. 

El altar de José Uriel me atrajo mucho. Fue alumno de dicha facultad hasta el sexto semestre. 

Luchó algunos años con una enfermedad cardíaca que fue prosperando con el paso del tiempo, pero no abatió la fortaleza de este joven. 

Sus compañeras platicaron sobre él de manera cálida y cercana, sin necesidad de leer, ayudadas por sus recuerdos con Uriel. Platiqué brevemente con sus papás, quienes acudieron a apoyar a los compañeros de su hijo, quien falleció en marzo del presente. 

Me era difícil imaginar la intensidad del dolor que les causó su partida. Hablaron del excelente hijo que fue, de sus ganas de salir adelante, de vivir, de estudiar, de ayudar a otros.  Uriel es uno de esos héroes anónimos que nos enseñan con su ejemplo, que deberíamos conocer todos y que permanecen entre los recuerdos de su gente querida.  Felicidades a la FCA, a su directora Silvia Julieta Aguilar por preservar nuestras tradiciones en esta facultad.  

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