Recién descubrí otra acepción de la frase “quemar las naves”. Desde que recuerdo, la asocié a la conquista de México. 

Cuando llega Cortés en 1519 a nuestro país y le propone a su tropa incendiar las embarcaciones en las que llegaron para no tener posibilidad de regresar, sino que seguir en su propósito sea la única opción. También se le atribuye la frase al rey de Macedonia, Alejandro el Grande, alrededor del año 335 a.C. cuando llegaron a la costa de Fenicia a enfrentar una de las grandes batallas de la historia. 

Los enemigos eran tres veces más numerosos que su ejército. De manera que los persuadió para transformar su miedo en fortaleza, mientras veían quemar sus barcos. 

En equipo tuvieron la firme convicción de vencer y regresar en las embarcaciones de sus enemigos, tal como se dio en la realidad. Otras frases relacionadas con la misma idea, son: “pa´atrás ni pa´agarrar vuelo”, “el pasado, pisado”, “el hoy es un regalo, por eso se llama presente”, “lánzate al vacío, que el piso ya aparecerá” o “renacer cada día”. 

Cada una de ellas guarda su propia sabiduría y son una invitación para tomar las mejores decisiones, a fluir y olvidarse de telarañas y ataduras que no nos permiten crecer y nos llevan a constantes auto sabotajes, a entregar nuestro poder a terceras personas. “Hay que ir por el sí, el no ya lo tenemos”, como se dice comúnmente, dar un salto de fe hacia lo nuevo y desconocido, a destruir tus miedos y convertirlos en fortalezas. 

Como dice Armando Rosas en su canción El Papalote: “¿Por qué te niegas a despegar?, / ¿Por qué te aferras a no volar? / Suéltale cuerda y ya verás / que el papalote se elevará / y ya en el cosmos vas a notar / la diferencia que hace al volar / y sentirás que vives de más / y de allá arriba no bajarás…”

¿En qué momento estás de tu vida? ¿Estás instalado en una zona de confort, o generando un cambio para mejorar?  Como dice el doctor Adolfo Orive Bellinger, hay que luchar por asumir nuestras propias responsabilidades y decisiones; es necesario manifestarnos y trabajar por ser sujetos de nuestra propia historia y no permitir que otros la definan. 

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