Arcelia Ayup Silveti

No deja de sorprenderme cómo llevan la vida la mayoría de los jóvenes. Los observo entre semana, sin establecer enlace con ellos. Realizo mis labores en una facultad, y hay una población considerable de estudiantes. Hacen grupos para hablar entre ellos y algunos alzan la voz. Se ríen a carcajadas, mientras cargan sus mochilas y buscan la mejor sombra.

El espacio de mi oficina es compartido, un área con escritorios en la entrada y al fondo una sala de usos múltiples, que con mucha frecuencia se convierte en aula de proyecciones para algunos grupos. Me he dedicado a observar a los estudiantes, todos entre dieciocho y veinte años.

Apunté en un cuaderno los que saludan, solo dos de ellos, corrijo, solo dos alumnas dijeron buenos días antes de entrar al salón.

A la salida, dejé de teclear para solo observarlos. Pasaron cerca de mí más de veinte jóvenes, que charlaban entre ellos, busqué sus miradas, solo dos la captaron y la evadieron de inmediato.

Pasaron de largo como si solo estuvieran ellos. Abrieron la puerta para caminar por el pasillo e ir a su siguiente clase. Los seguí con la mirada.

Escuchaba sus voces. El último dejó la puerta abierta. Ninguno la cerró. Me llama la atención esos pequeños detalles que dejan mucho qué desear de las personas. No se trata de un simple saludo, me remitiré a una de las interesantes reflexiones del expresidente de Uruguay, José Mujica. El exguerrillero afirmó:

“En la casa se aprende a: saludar, dar las gracias, ser limpio, ser honesto, ser puntual, ser correcto, hablar bien, no decir groserías, respetar a los semejantes y a los no tan semejantes, ser solidario, comer con la boca cerrada, no robar, no mentir, cuidar la propiedad y la propiedad ajena, ser organizado. En la escuela se aprende: Matemáticas, lenguaje, ciencias, estudios sociales, inglés, geometría y se refuerzan los valores que los padres y madres han inculcado en sus hijos.”

Dicen los jóvenes que eso ya no se usa, que no tiene nada de malo mentir, robar o no saludar. Para mí, los buenos modales y los valores no son moda, deben permancer.

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