Arcelia Ayup Silveti

Rubén Darío presenta dos temas diametralmente opuestos en sus poemas “De invierno” y “A Rososevelt”.

En el primero se refiere a la contemplación de la belleza de la mujer.

Es una obra delicada y sensible que muestra elementos de la burguesía a través de la enumeración de objetos exóticos.

Nos deja ver a través de sus ojos a una mujer delicada que duerme.

El destinatario poético es Carolina, descansando en un sillón.

No se puede definir que hay un sentimiento de amor hacia ella, solo la contempla y nos relata las sensaciones provocadas de lo que pasa en esa habitación parisina, mientras afuera cae nieve.

Es como si describiera una obra de arte. Transcribo el inicio:

“En invernales horas, mirad a Carolina.

Medio apelotonada, descansa

en el sillón,

envuelta con su abrigo de marta cibelina

y no lejos del fuego que brilla en el salón.”

En contraparte, el poema “A Roosevelt” es de orden social y de denuncia.

Nos permite ver a un hombre sumamente comprometido con su país, indignado con las políticas invasoras de Estados Unidos de Norteamérica hacia Latinoamérica, en especial del Caribe:

Filipinas, Guantánamo, Puerto Rico y Cuba. Se inconforma ante el imperialismo encabezado por su presidente Theodore Roosevelt.

Los estudiosos de este poeta nicaragüense han comparado este poema con algunos discursos de Simón Bolívar y de José Martí, quienes estuvieron también en lucha continúa en contra de los Estados Unidos de Norteamérica.

El poema termina de la siguiente manera:

 

Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.

Tened cuidado. ¡Vive la América española!

Hay mil cachorros sueltos del León Español.

Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo,

el Riflero terrible y el fuerte Cazador,

para poder tenernos en vuestras férreas garras.

Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!

 

Puedes leer o re leer a este gran poeta, diplomático y periodista nicaragüense fallecido en 1916.

Vivió entre excesos, gloria y pertreches, su genialidad fue lírica y sigue enriqueciendo a sus lectores.

La poesía de Rubén Darío es culta y sonora, acércate a ella.

 

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