Iván Garza García

El 26 de octubre de 2016 el estado de Coahuila recibía - por segundo año consecutivo - el reconocimiento del Instituto Mexicano para la Competitividad como la entidad mejor calificada en el Índice de Información Presupuestal Estatal. Al respecto escribí un artículo que fue publicado en este mismo espacio y, para concluirlo, cité una frase que bien podría ser el “credo” de quienes ahora nos gobiernan y de aquellos que nos gobernarán en el futuro cercano. “Un gobierno eficaz, transparente, responsable y confiable, que actúe bajo el predominio de la ley, es la base de un desarrollo sostenible, no el resultado de éste”. La autoría del enunciado antes transcrito se le atribuye a quien fuera Secretario General de la ONU y Premio Nobel de la Paz, Kofi Annan.

Hoy, el mundo de la diplomacia está de luto. Partió al Oriente Eterno (como se dice en la tradición masónica) uno de los indispensables; esos que según Bertolt Brecht adquieren tal calificativo porque luchan durante toda su vida. El pasado sábado, en Berna, Suiza, murió Kofi Annan a la edad de 80 años, víctima de una breve enfermedad sobre la cual no se revelaron mayores datos. Se dice que el estado de salud del economista de origen ghanés se vio deteriorado después de su visita a Sudáfrica, donde participó en la conmemoración del cumpleaños de Nelson Mandela. Tras su deceso, el reconocido humanista dejó un importante legado al interior de la institución a la cual dedicó sus afanes. Fue en el año de 1962 cuando Kofi ingresó como funcionario de la Organización Mundial de la Salud (OMS); después de ocupar distintos puestos, se encargó de coordinar las operaciones especiales de las Fuerzas de Paz de la ONU y luego de representar a la referida organización en Yugoslavia, fue designado por el Consejo de Seguridad como Secretario General en sustitución del egipcio Butros Butros-Ghali, encargo que ejerció en dos períodos consecutivos, desde 1997 y hasta el año 2006. Quien fuera el primer hombre negro en desempeñar el máximo cargo del referido organismo multilateral, fue un ferviente promotor de la planeación estratégica como instrumento para el desarrollo. De hecho, su primer iniciativa al frente de la institución de marras fue el plan para la renovación de las Naciones Unidas. Su personalidad y carisma lo llevaron a romper las paradigmáticas estructuras de la ONU y, con ello, logró dar un perfil más político a su encomienda. De esa forma, Kofi Annan supo adaptar al organismo internacional con la nueva realidad global, al tiempo que lo consolidó y fortaleció como el bastión sobre el cual descansa el orden mundial.

El hombre cuyo nombre significa “nacido en viernes” hizo grandes aportaciones a la humanidad. Impulsó los objetivos de desarrollo del milenio para combatir la pobreza extrema, así como el Protocolo de Kioto en contra del cambio climático; además se caracterizó por ser un férreo defensor de los Derechos Humanos. En 2001, junto con la organización a la que representó durante casi una década, recibió el Premio Nobel de la Paz por su arduo trabajo a favor de un mundo mejor organizado y más pacífico.

 

Aquí en confianza, la gestión del señor Annan también tuvo episodios sombríos. La intervención militar de Estados Unidos en el Medio Oriente por el supuesto desarrollo de armas de destrucción masiva, trajo consigo un profundo desencuentro entre el personaje de marras y el gobierno norteamericano, a grado tal que Kofi reconoció en su mensaje de despedida como Secretario General de la ONU que su mayor fracaso fue el no haber evitado la guerra en Irak y calificó al atentado terrorista del 11 de septiembre del 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York, como el momento más obscuro de su carrera.

 

Zeid Raad Al Huseein, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, describió a Kofi Annan como “la personificación de la decencia humana” y tras su muerte dijo: “él contribuyó a hacer del mundo que ha dejado un lugar mejor que aquel en el que nació”.