Iván Garza García

Mientras que la desmesurada ambición de un novel político trajo consigo la mayor crisis de gobernabilidad de la que se tenga memoria en el vecino Estado de Nuevo León, acá otro gallo nos cantó. Es cierto, las comparaciones son odiosas, pero a veces resultan necesarias para aclarar el contexto. ¿Por qué la evidente diferencia?

Dijera el tristemente célebre “Carnicero de Milwaukee”, vámonos por partes.

Aquí, en nuestra Patria chica, Manolo Jiménez Salinas arribó a la gubernatura tras una contundente victoria electoral en la que obtuvo cerca del 57 por ciento de los sufragios, consiguiendo separarse por 35 puntos de su más cercano competidor. Los números obtenidos por el también primer alcalde reelecto de Saltillo han sido objeto de sesudos análisis. Al respecto, no pocos afirman que tan holgados resultados tuvieron que ver con la alianza que logró consolidarse entre la ciudadanía y el entonces candidato. Además, la coalición que postuló al hoy mandatario se llevó las dieciséis diputaciones al Congreso local. Así, el recién ungido gobernante asumió el cargo con un valiosísimo bono democrático y los astros alineados para desarrollar una gestión que desde ya se antoja altamente exitosa.

Lo anterior no es producto de la casualidad ni se fraguó de la noche a la mañana. Como reza el famoso tema de Bobby Capo, mismo que hiciera famoso la Sonora Dinamita: yo lo vi, a mí nadie me lo dijo; pudiendo acceder a mejores posiciones dentro del partido en el que nació a la vida política, Manolo optó por iniciar desde abajo, en el territorio y gastando suela. Su desempeño como gestor social en la colonia Brisas Poniente aún es recordada por propios y extraños. El entusiasmo característico de los jóvenes, su carisma y disposición al trabajo duro lo llevaron a figurar como protagonista en las llamadas “campañas sin candidato”; todavía son usadas muchas de las formas que él implementó en cruceros y brigadas. Más tarde, Manolo se convertiría en Regidor, Diputado Local, dos veces Alcalde y Secretario de Estado. La cercanía con la gente, liderazgo y capacidad de gestión, son los sellos que ha impreso en el ejercicio de sus encargos, de ahí que no resulte sorpresivo que el actual Gobernador haya arrancado su tarea a tambor batiente; no con ansias de novillero, porque novillero dejó de serlo hace mucho, sino con el hambre de quien se preparó a consciencia para saltar al ruedo a brindarse al respetable.  

Rompiendo todo tipo de esquemas, Manolo Jiménez integró una nutrida representación ciudadana, misma que a nombre de las y los coahuilenses, rindió protesta para acompañarlo durante su administración. Ante más de 15 mil personas, sin corbata ni falsos formalismos; de la mano de su familia y transmitiendo un marcado optimismo, el mandatario estatal se ofreció a trabajar incansablemente para llevar a Coahuila al siguiente nivel, convirtiendo a la entidad en el mejor lugar para vivir.

Aún no terminaban de compartirse las fotografías del evento anterior, cuando en Palacio de Gobierno ya se hacían importantes anuncios. Así fue presentado el gabinete que trabajará de la mano con el Gobernador. Tal parece que los nombres del equipo cercano fueron elegidos con precisión quirúrgica; ello, con el fin de alcanzar el deseado equilibrio entre experiencia y juventud. Pero más allá del balance al que me referí antes, es notorio que fueron cuidados otros aspectos como la paridad de género; la representación de cada una de las regiones del Estado y de los diferentes partidos que conformaron la coalición política postulante, así como la presencia de perfiles ciudadanos cuya misión es robustecer el quehacer público. Y como de lo que se trata es de avanzar a pasos de gigante, tan pronto inició la presente semana, el Gobernador dio a conocer el ambicioso plan de trabajo que cumplirá en los primeros cien días de la administración.

Aquí en confianza, las expectativas en el nuevo gobierno son altas. Por supuesto, las y los coahuilenses queremos seguir gozando de la paz que en otro tiempo nos fue arrebatada; pero también, aspiramos a vivir en un estado en el que los indicadores de desarrollo vayan al alza, en el que la salud y la educación de calidad sean una realidad, en el que se registre una constante generación de empleos y en el que se brinde asistencia social efectiva a quienes más lo necesitan. Manolo empeñó su palabra y lo hizo mediante una frase que erizo la piel de más de uno; enfático, el gobernante sentenció: “va por mi familia y por las suyas”. Inicia una nueva era; que sea para el bien de Coahuila y su gente.

 

 

 

 

Nota. Lo antes expuesto representa

 la opinión personal del autor