Iván Garza García

Todo parece indicar que la brisa del mar Báltico es tan benéfica que puede ocasionar que las personas más intransigentes se muestren amables e, incluso, condescendientes.  A lo largo de los años, Helsinki ha sido escenario de importantes encuentros internacionales. En 1975, la capital finlandesa fue la sede de la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación de Europa. De la misma forma, la ciudad de marras ha sido elegida como sitio de confluencia entre los lideres de dos importantes potencias. En 1990 el mandatario norteamericano George Bush y el último mandamás de la extinta Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, celebraron una reunión en aquella localidad para tratar asuntos relacionados con la invasión de Irak a Kuwait. Ahí mismo, pero en 1997, Bill Clinton y Boris Yeltsin platicaron sobre la situación de algunos países pertenecientes al antiguo territorio soviético y su posible inclusión a la OTAN.  Los encuentros en Helsinki les viene bien a los rusos, gracias a la estrecha relación entre esa capital y Moscú, misma que se fraguó durante los episodios finales de la Segunda Guerra Mundial y los primeros años de la Guerra Fría. Si además consideramos el fuerte vínculo que une a Sauli Niinisto, actual jefe de estado de Finlandia, con Vladimir Putin, podremos explicarnos con mayor claridad la razón por la que - de nueva cuenta - este imponente lugar fue elegido como base para el aquelarre entre el presidente Ruso y su homólogo estadounidense, Donald Trump.

Lo que no se esperaba de la llamada Cumbre de Helsinki fue la actitud asumida por el representante del país de las barras y las estrellas. Se dice que el norteamericano entregó su confianza a Putin, al tiempo que le volteaba la espalda a sus connacionales, lo que provocó una profunda indignación entre nuestros vecinos del norte. Después de una reunión privada que se prolongó por mas de dos horas, los mencionados líderes ofrecieron una conferencia de prensa en la que dejaron claras las posturas de uno y otro país sobre los temas tratados. Ahí, en un hecho casi inconcebible, el Güero Trump exculpó a Rusia y a su mandatario por la presunta intromisión del Kremlin en las elecciones federales de 2016, misma que había sido confirmada por las agencias de inteligencia norteamericanas, luego de meses de investigación. La irritación de los gringos se exacerbó, no solo porque su presidente evadió criticar al ruso, sino además porque lo defendió con vehemencia al momento de pronunciar su mensaje. Como si esto fuera poco y para engrosar las páginas de Ripley, el polémico neoyorquino culpó a su propio país de ser el causante de la mala relación con Rusia: “Creo que Estados Unidos ha sido tonto. Creo que todos hemos sido tontos. Todos tenemos la culpa”, sentenció el gobernante.

Por supuesto, las reacciones frente a lo declarado por Donald Trump no se hicieron esperar. Y como para muestra basta un botón, aquí reproducimos el comentario que, al respecto, vertió el senador republicano John McCain: “Ningún presidente norteamericano previo se ha rebajado tan abyectamente ante un tirano”. Así de fuerte y así de claro.

Aquí en confianza, mientras el señor Donald cobija a Rusia y le muestra al mundo su lado suave, los socios comerciales del Tío Sam sufren las de Caín al ver como arrecian las hostilidades en su contra. En días pasados, México, Canadá, China, la Unión Europea y Turquía, fueron demandados por los Estados Unidos ante la Organización Mundial de Comercio, en queja por la imposición de aranceles a los productos prevenientes de ese país. Así, el magnate y sus huestes le echan más leña al fuego de la guerra comercial que ellos mismos desataron, al gravar las importaciones de acero y aluminio. Por su parte, nuestro país cuenta con un plazo de diez días para contestar y entonces habremos de ver de que cuero salen más correas.  

Entre que son peras o son manzanas, como consecuencia de las tensiones comerciales en el mundo, el Fondo Monetario Internacional recortó el pronostico de crecimiento económico de México para el año 2019; de 3% a 2.7%. Y para acabarla de amolar, aún no se ve para cuando haya resultas definitivas respecto a la renegociación del TLCAN.  Ante tal escenario, dicen nuestros mayores: “Que Dios nos agarre confesados”. Al tiempo.