Iván Garza García                                                                

Apenas hace una semana, en este mismo espacio, me referí a la sorpresiva renuncia del titular del IMSS, Germán Martínez, calificando el hecho como la primer baja de gran calado entre las huestes de la llamada 4T. Para entonces, ni por asomo se nos había revelado que la margarita empezaba a deshojarse. Pocos días después de la valiente dimisión de Martínez, quien señaló la perniciosa intromisión de la SHCP y confirmó la crisis en materia de servicios de salud y abasto de medicina por la que atraviesa el país, Doña Josefa González–Blanco anunció su separación de la SEMARNAT, envuelta en el humo de un escándalo que - hay quienes aseguran - no daba para tanto.

Resulta que la ahora ex funcionaria y creyente en la existencia de los Aluxes, tuvo a bien retrasar el despegue de un vuelo comercial. Así, sin tantita pena (en las palabras del “Potrillo” Fernández), el capitán del vuelo AM198 hizo saber a los viajantes que por “orden presidencial” debía regresar a la plataforma para recoger a una pasajera; se trataba – nada más y nada menos –  que de la otrora integrante del gabinete federal. Como era de esperarse el inusitado hecho trascendió a las benditas redes sociales, en las que los cibernautas se ensañaron con la dama, al grado que ésta presentó – casi en forma inmediata – una carta de renuncia en la que expuso que “el verdadero cambio requiere que nadie tenga privilegios”.

Hasta ahí, la historia parece haber tenido un desenlace propio de “La Rosa de Guadalupe”; sin embargo, ¿fue el cuestionado episodio aeronáutico el verdadero motivo que orilló a la Secretaria a dejar su cargo?

Cual si se tratase de una coincidencia, la abdicación de marras se produce en medio de una serie de factores que conviene enunciar: la contingencia ambiental generada por partículas PM 2.5, mismas que han afectado tremendamente la calidad del aire en la Zona Metropolitana de la CDMX y algunas otras regiones; un sinnúmero de incendios forestales activos a lo largo y ancho del país; el arribo masivo de sargazo en las costas de Quintana Roo, que ha provocado enormes perdidas económicas y daños incalculables; los recortes presupuestales al área que han impedido atender adecuadamente tales eventualidades y  - por si fuera poco – el despido de mas de 16 mil trabajadores pertenecientes a las oficinas de representación de la dependencia y sus organismos desconcentrados.

Frente a la realidad antes mencionada y pese a que los politólogos de café recalentado ya habían colocado al ex Gobernador del Estado de Chiapas, Manuel Velasco, como mandamás de la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, el Presidente López Obrador anunció el fichaje del ecólogo, académico, poeta y ensayista Víctor Manuel Toledo, para ocupar la referida posición.

Es innegable, el recién ungido presentó envidiables cartas credenciales. Integrante del Sistema Nacional de Investigadores Nivel III, el flamante Secretario forma parte del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM; ha sido galardonado con los premios Nacional de Medio Ambiente y al Mérito Ecológico, entre otros; además, es considerado uno de los fundadores a nivel mundial de la nueva corriente de la Ecología Política.

Por lo pronto, el gran reto de Toledo consistirá en dar viabilidad ambiental, a través de los correspondientes dictámenes, a las grandes obras de infraestructura planeadas por el actual régimen. Habrá que recordar que los proyectos de Santa Lucía, el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas, han sido altamente controvertidos por grupos ecologistas y expertos en la materia, tanto domésticos como extranjeros; incluso, respecto a dos de ellos, el ahora encargado de las políticas medioambientales no ha expresado los mejores comentarios.

Aquí en confianza, ¿podrá el reconocido Biólogo y Doctor en Ciencias actuar con independencia para proponer  y poner en práctica una efectiva agenda ambiental o se limitará a ser un corifeo presidencial?

De continuar como hasta ahora, el Doctor Toledo podría convertirse en el rebelde de la Cuarta Transformación. Solo un botón dejo de muestra (hay varios). En aquel desencuentro protagonizado por el mandatario mexicano y el periodista estrella de la cadena Univisión, en el que – por cierto - se acuñó la celebre frase “yo tengo otros datos”, Víctor Manuel Toledo twitteo: “Ni AMLO es Cristo, ni Jorge Ramos es Judas. Estamos en una democracia y si la izquierda mexicana no se da cuenta terminará como las otras”. Por esa expresión y en vía de mientras, bien por el “Doc”.