Iván Garza García 

En 1953 la música de Tony Camargo ambientaba una buena cantidad de celebraciones decembrinas en esta parte del globo. “Yo no olvido al año viejo por que me ha dejado cosas muy buenas”, puede escucharse en el tema que adquiriera tremenda popularidad en América Latina y que es recordado hasta nuestros días. La letra y música de “Año viejo” nació del talento del también colombiano Crescencio Salcedo.

De lo bueno que nos dejó el 2021, poco – muy poco – puede contarse. Las malas noticias, sin embargo, no podrían reseñarse en esta columna ni usando todas las paginas del rotativo en la que se publica.

Lo mismo en seguridad, que en los rubros de salud, economía o desarrollo social, nuestro país ha venido experimentando lastimosos retrocesos. La violencia escala a pasos agigantados; lejos de cumplirse la sobada promesa de regresar a la milicia a los cuarteles, la estrategia contra la delincuencia (cualquiera que esta sea) no ha ofrecido los resultados esperados. Por otro lado, México ocupa los primeros lugares de mortalidad por COVID en el mundo; las vacunas llegan y se aplican a cuentagotas; el desabasto en medicinas e insumos médicos no da tregua y, por supuesto, aún no contamos con un sistema de salud pública parecido al de Dinamarca. Un nuevo gasolinazo amenaza con mermar aún mas los bolsillos de las y los mexicanos, aunque tal información no ocupa los titulares ni es la principal nota en las benditas redes sociales (por algo será); el crecimiento proyectado no llegó, al tiempo que el PIB cayó nuevamente; por si fuera poco, de acuerdo al FMI, esta nación ya no se encuentra dentro de las 15 mayores economías del mundo; después de ocupar el lugar número 13, nos instalamos en el sitio 16. Hoy por hoy, el 44 por ciento de la población en México se encuentra en situación de pobreza, mientras que el Gobierno Federal sigue presumiendo como un logro de la administración el aumento de las remesas, lo que únicamente refleja la falta de oportunidades en nuestra tierra y la dependencia de dineros que provengan del extranjero.

Podríamos continuar haciendo un breve recuento del amargo 2021, pero lo cierto es que el naciente 2022 aun conserva el mismo fierro en la lumbre que fue dejado a finales del año pasado: la revocación de mandato.

Lo que para muchos fue un atentado a la autonomía del INE y se materializó en el peor recorte presupuestal del que el organismo tenga memoria, trajo como consecuencia que los consejeros encabezados por Lorenzo Córdova, acordaran posponer temporalmente las actividades relacionadas con el referido ejercicio de participación ciudadana. Ante tal decisión, integrantes de la Cámara de Diputados promovieron una controversia constitucional por la cual la Comisión de Receso de la SCJN concedió la suspensión solicitada.  Dicho de otra forma, la mentada consulta va por que va y el INE deberá ajustarse a los recursos con los que cuenta para tal efecto. Por lo pronto, esta semana comenzó la instalación de los 32 consejos locales que facilitarán la organización de la actividad  consultiva programada para el próximo 10 de abril.

La pregunta que no pocos se plantean es: si para nadie es un secreto el resultado que habrá de tener la consulta de revocación de mandato, ¿por qué tanta insistencia en llevar a cabo el millonario ejercicio?

La historia parece tener la respuesta. Tras la promulgación de una nueva Constitución venezolana en 1999; las elecciones del 2000 y el intento de golpe de Estado en 2002, llegó a ese país el referéndum revocatorio de 2004. En aquellos lares, desde el Palacio de Miraflores, el entonces Presidente de la República Bolivariana convocaba a sus compatriotas para participar en la consulta que decidiría si continuaba o no al frente del gobierno una vez cumplida la primera mitad de su gestión. “La figura del referéndum revocatorio ha sido siembra nuestra y me siento humildemente como uno de los sembradores de esa figura para darle forma a un nuevo modelo democrático en Venezuela; no la vieja democracia de las élites, de aquellos candidatos que prometían villas y castillos, y luego que eran elegidos, olvidaban al pueblo…”afirmó enfático el extinto mandatario caribeño en un video difundido por el entonces Ministerio de Información y Comunicación. El resultado es por todos sabido; Chávez fue ratificado.

Aquí en confianza, aunque el contexto, las escenas y los discursos parezcan repetirse, cualquier parecido con la realidad actual en nuestro México “dioro” es mera coincidencia. Ahí se los dejo para la reflexión.