Iván Garza García

El último “gran” negocio que tuvo a bien cerrar el Gobierno mexicano aún sigue dando de que hablar. Hace poco más de una semana, el Presidente López anunció con bombo y platillo la compra de una refinería en los Estados Unidos. Se trata de la planta Deer Park ubicada en el fronterizo estado de Texas. Cabe aclarar al respetable que desde hace 27 años, casi el 50 por ciento de la mentada refinería es propiedad de PEMEX; luego, lo que se informó en realidad fue la adquisición del porcentaje restante de la factoría, misma que a partir de entonces opera en sociedad con la anglo–holandesa Shell. 

Fue durante  la gestión de Carlos Salinas de Gortari cuando nuestro país se hizo con una parte de las acciones de Deer Park, al tiempo que se desmanteló la refinería de Azcapotzalco ya que representaba un foco de contaminación para la capital mexicana y el área conurbada. Desde ese momento, las diferentes administraciones federales habían incrementado las importaciones de gasolina y diesel, sacándole la vuelta a la necesidad de inyectar recursos a las plantas industriales para la refinación de petróleo instaladas en México.

El propósito no es malo; la referida compra se realizó con la firme promesa de que en 2023 seremos autosuficientes, evitaremos la dependencia energética al aumentar la producción de gasolina y no habrá alzas en los precios de los combustibles. Pero, como de buenas intenciones está empedrado el camino al infiero, los expertos han dado a conocer sus “otros datos” y con ellos, el fantasma de la duda se posa inmisericorde sobre el cielo azteca. ¿Comprar el resto de las acciones de Deer Park fue una buena idea? Como siempre, la más valiosa opinión la tendrá usted, amable y única lectora; pero para darle una ayudadita, ahí le van unos cuantos datos.

  1. La transacción tuvo un costo de 596 millones de dólares y aunque haya quienes afirmen que lo pagado es una verdadera ganga, lo cierto es que la planta adquirida incluye un “regalito” consistente en la deuda que se viene arrastrando y que asciende a 980 millones de billetes verdes; este monto deberá ser cubierto, tarde o temprano, por el Gobierno Federal.
  1. Desde que PEMEX y Shell se asociaron, la refinería ha sido administrada por la segunda de las mencionadas, con el acuerdo de repartir las utilidades entre ambas; no obstante, en los últimos dos años, la empresa ha operado con pérdidas; así mismo, desde 1999 los pocos frutos reportados se han reinvertido en mantenimiento y pago de pasivos, por lo que nuestro país no ha percibido ganancia alguna.
  1. En su momento, el mandatario nacional explicó que parte de los recursos para la adquisición procederían del FONDEN, por lo que no pocos pusieron el grito en el cielo. Más tarde, el Secretario de Hacienda tuvo que enderezar la plana para precisar que los dineros saldrían, entre otras partidas, del Fondo Nacional de Infraestructura, lo cual no es del todo halagüeño, pues significa que - con tal de obtener una planta de refinación en el extranjero - dejaran de destinarse recursos para obras públicas en el país.
  1. La calificadora internacional Moody´s ubicó a la refinería Deer Park en el último escalón antes de ser considerada en grado especulativo (también llamado “bono basura”), lo que significa que la operación tiene un alto riesgo crediticio y poca perspectiva de recuperación de capital. Para que nos entendamos, puede que el caldo nos salga más caro que las albóndigas.
  1. Aunque PEMEX sea el dueño de la refinería de marras, la gasolina que allá se produzca llegará a México por vía de la importación; además, el precio de los energéticos no lo determina el Presidente, sino que depende de varios factores como el mercado internacional y las expectativas económicas.
  1. México está adquiriendo industrias que van de salida en el mundo. El feudo del Tío Sam y otros países del orbe han puesto en marcha una agresiva agenda para cumplir los acuerdos de París sobre el cambio climático; así, empresas como Shell buscan disminuir su participación en los procesos de refinación, deshaciéndose de algunos de sus activos. De ahí que nos vendieron la refinería, pero no la planta de petroquímica que se ubica precisamente a lado.
  1. Deer Park tiene una capacidad de refinación de 340 mil barriles diarios; la misma que tendrá la refinería de Dos Bocas cuando se concluya; sin embargo, esta última nos costará a las y los mexicanos casi 9 mil millones de dólares, es decir, 14 veces más de lo que se pagó por la planta texana (se sube el cero y no contiene).

Aquí en confianza, con lo que aparenta ser un buen negocio, ¿El gobierno de México está apostando al futuro energético o está comprando (y bastante caro) un nuevo problema? Ahí se los dejo para la reflexión.