Iván Garza García

El presidente electo de los mexicanos arrancó una gira de agradecimiento en la que habrá de visitar varios rincones del país con el fin de reconocer el apoyo de los millones de electores que ofrecieron su confianza y respaldo al proyecto de nación impulsado por las huestes morenistas.  Ni tardo ni perezoso, el político tabasqueño apuró el encuentro con sus fans y – ya entrado en gastos - declaró que México está en bancarrota, debido a las políticas neoliberales que han sido aplicadas durante los últimos 30 años. Anunció, además, que, por la razón antes mencionada, le será difícil cumplir con todas las demandas de la sociedad.

Lo expresado por Andrés Manuel en tierras nayaritas levantó la ventolera y provocó las más disímiles opiniones. Al respecto, surgen en forma inmediata algunos cuestionamientos: ¿acaso es tan grave la situación económica del país? ¿realmente México se encuentra en bancarrota? Para tratar de responder a estas interrogantes podríamos plantear tres ideas principales.

Primeramente, habría que recordar que el calificativo usado por el señor López el pasado fin de semana contrasta significativamente con lo que él mismo explicó después del Sexto Informe de Enrique Peña Nieto. En aquella ocasión AMLO dijo: “No tenemos crisis financiera; no nos está pasando lo que sucede en Argentina. Eso también hay que considerarlo”.

En segundo lugar, conviene reflexionar sobre el significado del concepto “bancarrota”, el cual suele ser utilizado de manera informal para aludir a toda suerte de debacle económica; sin embargo, en términos jurídicos, refiere la situación en la que se encuentra una persona física o entidad que no cuenta con los activos para afrontar el pasivo exigible; dicho de otra forma, que no cuenta con los recursos necesarios para pagar sus obligaciones financieras.

Finalmente, se torna indispensable dar un vistazo al pasado reciente para identificar el momento histórico en el que nuestro país realmente enfrentó la circunstancia que ahora se le atribuye. En 1982, al finalizar el mandato de José López Portillo, el entonces Secretario de Hacienda anunció la suspensión de pagos a los acreedores extranjeros, al tiempo que inició la reestructuración de la deuda contraída con los Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional.

Así las cosas, es necesario replantear nuevamente la pregunta: ¿México está en bancarrota? A riesgo de ser duramente criticado por el respetable, considero oportuno dejar asentadas algunas importantes cifras, aclarando que éstas no surgen de análisis políticos, sino de indicadores económicos. 

Ahí les van.

Hasta el cierre del pasado fin de semana, las reservas del Banco de México se ubicaron por encima de los 137 mil millones de dólares, lo que representa el monto más elevado de su historia. Por otro lado, durante los dos primeros trimestres del presente año las finanzas públicas alcanzaron un superávit primario de 160 mil millones de dólares. Además, los ingresos tributarios aumentaron a razón del 4%, mientras que México es el único país del G20 que ha logrado disminuir la proporción de la deuda pública con respecto al PIB, en los últimos tres años. Es de destacarse que tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco Mundial estiman viable el crecimiento económico mexicano, mientras que la calificación crediticia para el país por parte de las tres principales calificadoras (S&P, Moody´s y Fitch) se mantiene como “estable”.

Ante el escenario actual, analistas financieros y representantes de la iniciativa privada calificaron como desafortunadas las declaraciones de quien habrá de ocupar la principal silla de Palacio Nacional. Juan Pablo Castañón - presidente del Consejo Coordinador Empresarial -  dijo que México tiene retos muy grandes, pero que de ninguna manera está en bancarrota. Por su parte, Claudio X. González expuso que el término utilizado por López evidencia una posición de advertencia sobre la dificultad de cumplir con todo lo prometido en campaña.

Aquí en confianza, es claro que hay temas de la mayor relevancia que representan enormes desafíos para el nuevo gobierno: el aumento de los salarios; la adecuada distribución de los ingresos y el combate a la pobreza, por mencionar solo algunos. Sin embargo, desde el punto de vista macroeconómico nuestra patria ha mostrado solidez, lo que ha permitido resistir los embates internacionales.

Respondamos entonces - como dice David Páramo, “sin fanatismos sectarios” - ¿México está en bancarrota?