Iván Garza García

A inicios de esta semana un rotativo de circulación nacional publicó la columna Antilogía, de Ricardo Monreal Ávila. Ahí, el original de Plateros, Zacatecas, hizo una reflexión que conviene traer a cuenta: “La mejor política de seguridad es crear empleos y reducir la desigualdad”.

Coincido en lo dicho por el abogado y político ex priista, ex perredista, ex petista, ex de Movimiento Ciudadano y actual líder de la bancada de Morena en el Senado; la generación de nuevos puestos de trabajo, mientras estos sean dignos y bien remunerados, ayuda en gran medida a lidiar con la criminalidad, pero solo por lo que hace a sus causas. Dicho de otro modo, el empleo como forma de reducción de las desigualdades, es un mecanismo de prevención de las conductas antijurídicas.  Así, las acciones concretas para el combate a la delincuencia, son harina de otro costal. 

Aunque no es del todo imposible, difícilmente un halcón, secuestrador o sicario, deja de serlo el día que lee un anuncio colocado a las afueras de una factoría, que a la letra reza: “estamos contratando personal. Prestaciones superiores a las de la ley”.  De ahí que las estrategias de “abrazos, no balazos”; el jalón de orejas por parte de madres y abuelas, y el “fuchi, guácala”, no estén ofreciendo los resultados por todos esperados.

De acuerdo a información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (por aquello de los otros datos), en lo que va del 2019 se han contabilizado 25,890 homicidios dolosos a lo largo y ancho del país; ésta es la cifra más alta desde que se cuenta con registros oficiales. El fallido operativo para la captura de Ovidio Guzmán en Culiacán; el asesinato de dos mujeres y seis niños pertenecientes a la familia LeBarón en Chihuahua, y las incontables balaceras y narcobloqueos en Nuevo Laredo, dan cuenta de lo anterior. A ello, habrá que sumar los casos de los trece periodistas ultimados en México en lo que va de la presente administración, lo que nos coloca como el país de América Latina más peligroso para ejercer el periodismo; antecedente que, por cierto, desconoce la flamante Ombudsperson, Doña Rosario Piedra Ibarra, quien fuera designada al cargo en medio de severos cuestionamientos (pero esa es otra historia).

Ahora bien, de asistirle la razón al Senador Monreal y la seguridad va de la mano del empleo, entonces cabe aclarar que en éste último rubro tampoco podemos echar jubilosos las campanas al vuelo.

Según los más recientes resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, en el tercer trimestre del año la tasa de desocupación se ubico en el 3.6 por ciento, lo que equivale a 2.1 millones de personas que se encuentran dentro de la población económicamente activa, pero que no desempeñan ninguna actividad productiva; éste es el pico de desocupación más alto en los últimos tres años. Por su parte, el mismo reporte refiere que la ocupación informal creció en todas sus modalidades; esto es, de julio a septiembre del presente año se computaron en este segmento 31.2 millones de mexicanos, lo que representa un incremento del 1.8 por ciento con respecto al mismo período del año anterior y significa (ahí lo mas alarmante) el 56.5 por ciento de la población ocupada.  Para que mejor se entienda, en México casi el 4 por ciento de la población económicamente activa no tiene ocupación alguna, y de los ocupados, más de la mitad desempeña labores informales; es decir, no cuentan con seguridad social.

Y esto ahí no para. El IMSS reportó que de enero a septiembre de 2019 se han creado 480,061 nuevos espacios laborales, siendo ésta la cantidad más baja de empleo formal acumulado desde el año 2013; lo anterior, sin contar que tan solo el 84 por ciento de estas plazas son permanentes.

Para el observatorio México, ¿Cómo vamos?, las metas están lejos de ser alcanzadas, ya que la generación de puestos de trabajo en nuestro país es mucho menor a la necesaria para atender a quienes se incorporan día a día al mercado laboral. Los expertos en la materia afirman que se requieren, por lo menos, 100 mil nuevas plazas cada mes, mientras que la cifra de las creadas apenas cubre el 54 por ciento de la expectativa.

Aquí en confianza, frente a las circunstancias del país podemos asegurar que acá otro gallo nos ha cantado. Coahuila ligó doce meses consecutivos en el liderato nacional de formalidad laboral. En lo que va del año, se han concebido 14,799 nuevos espacios de trabajo y, hasta el mes de octubre, casi 800 mil trabajadores coahuilenses se encontraban registrados en el IMSS. Al respecto, no es ningún secreto que en la entidad se han hecho grandes esfuerzos para recuperar y conservar la tranquilidad de la que en otrora gozábamos. Entonces, aplicando de nueva cuenta los razonamientos con los que inició este intento de artículo, ¿la creación de empleos es una estrategia contra la delincuencia o éstos se generan con mayor facilidad en un territorio en el que se ofrecen mejores condiciones de seguridad a los ciudadanos? “No le buigas demasiado” (dijera Don Héctor), la respuesta está en Coahuila.