Fernando de las Fuentes

La resolución de cualquier problema en la vida comienza por su aceptación. El problema real, claro, no el que usted cree que tiene, que es por cierto parte de la negación del otro.

Con estos tres renglones acabo de revelarle una de las más grandes trampas que nos ponemos los seres humanos: inventar problemas en los cuales entretenernos para no afrontar los verdaderos. Autoboicot, le dicen.

En la vida moderna, llenos como estamos de actividades interminables, bienes materiales que acumular, compromisos que cubrir, expectativas ajenas y propias que cumplir, el problema real de todos es el estrés, y la letal ansiedad derivada.

La ansiedad está cimentada sobre el miedo, ese consejero traidor que trabaja solo para sus intereses. El miedo –siempre a que pase lo peor que puede pasar–, nos vuelve controladores, y no hay mayor inductor de estrés que la pretensión de controlarlo todo. Vivimos forzando situaciones bajo el argumento de que perseguimos nuestros sueños, y presionando personas con la justificación de que “es por su bien”. 

Por el contrario, hay que dejar que la vida suceda y que la gente sea, ideas inconcebibles hoy en día, bajo la premisa mal entendida de que somos arquitectos del propio destino… y con ello del ajeno, tan relacionado con el nuestro.

Soltar el control es la solución. Es el comienzo de la vida que ha de vivirse, no solo transcurrirse. Hablo de la vida en modo zen o slowlife, un estado permanente de calma, en el que ya nada se problematiza ni se dramatiza. Todo se mantiene sencillo y se discierne claramente entre lo prioritario, lo urgente y lo importante; ha desaparecido lo baladí. Vida en la que se privilegia lo profundo sobre lo intenso, y se rompe el “enganche” emocional con cualquier cosa que produzca malestar, para abordarla objetivamente. Vida ecuánime, en la que todas las cosas buenas, como la tranquilidad, la paz, la seguridad, la alegría y la felicidad, vienen de adentro.

Como cualquier cosa, esta vida tiene su técnica. Por tanto, solo es cuestión de práctica:

Detecte sus ámbitos de tensión: familia, trabajo, amor, salud, dinero, amistad, desarrollo profesional, convivencia social, ocio, imagen de sí mismo, etc. 

Cierre frentes innecesarios de estrés. Por ejemplo, no se exija tanto, deje de competir y abandone las amistades enjuiciadoras. 

Despreocúpese de la opinión ajena. Todo aquel que lo descalifica se ha descalificado antes a sí mismo. O sea, tiene un problema.

Delegue y acepte el error, es la materia prima del aprendizaje.

Gústese, para que se disfrute en soledad. Decía Blaise Pascal que las miserias de todos los hombres se derivan de no poder sentarse tranquilos en una habitación estando solos.

No apueste todo por sus creencias. No sea vehemente. No se fanatice. Mañana habrá cambiado de opinión. Es lo sano y lo correcto, de lo contrario nos 

estancamos.

Evite la multitarea y hágase un espacio durante el día para no hacer nada: solo cierre los ojos y escuche música clásica. Su claridad mental y creatividad se abrirán paso de manera impresionante.

Hasta que no termine una tarea, no pase a la siguiente.

No tenga prisa. Todo en el universo se sincroniza.

No programe actividades una tras otra. Dese momentos libres para entrar en sí mismo, es decir, explorar cómo se siente. Aprenderá mucho. 

No se preocupe. O sea, no pronostique las catástrofes. 

Ritualice sus actividades cotidianas. Lo que significa poner plena conciencia en ellas. Eso es el aquí y el ahora, que libera de toda preocupación, por tanto, de todo estrés y toda ansiedad.

Elimine lo innecesario de su vida en todos los ámbitos: bienes materiales, amistades, actividades, compromisos, expectativas.

Sirva a otros con una sonrisa.

Bendiga a quien lo perturba. 

Viva el momento en forma sencilla.

Si parece difícil, piense que ya hace todo lo contrario de forma muy natural y fluida, porque lo practica diario.