Fernando de las Fuentes

Las cosas que más tememos ya nos 

han ocurrido en la vida

Robin Williams

Como parábola del crecimiento interior, en el camino del héroe todo tiene un dentro y un fuera. Nuestros aliados y maestros pueden representar aspectos de nosotros mismos o a otras personas, igual que nuestros obstáculos y enemigos.

Para recorrer el camino con éxito, el héroe necesita un sabio razonamiento, un gran corazón y el ánimo de realizar proezas a pesar del miedo. Esto es, el espantapájaros, el hombre de hojalata y el león juntos, en torno a un ego armonizado con el alma: Dorothy y Toto. Su unión es la base del crecimiento interior: la congruencia.

Pero la cada vez mayor congruencia de la heroína será puesta a prueba por un gran enemigo: la Malvada Bruja del Oeste. Se acerca el momento cúspide de la aventura, pero Dorothy cree poder evitarlo, y va al encuentro directo del Gran Mago de Oz, para resolver lo más rápido posible su problema.

No conozco un solo ser humano que desee enfrentarse cuanto antes a su Malvada Bruja del Oeste interior. La evadimos cuanto podemos, hasta que llega el momento de enfrentarla en nuestras creencias obstaculizantes, emociones malencaradas, heridas profundas, dolores intolerables, miedos paralizantes y caos mental.

En tanto eso sucede, creemos ser bondadosos desde la avaricia; honrados desde la inmoralidad; grandes amigos desde la traición y buenas personas sin preocuparnos realmente por los demás.

O, con el ego del que todo debe poderlo, no llenamos de culpa cuando no somos capaces de resolverle su problema a otros o cuando menos ayudarlos en una situación de apuro. Solo cuando la culpa nos lleva directo a un acto de arrepentimiento por el mal hecho, es sana. La sentida por lo que no somos humanamente capaces de dar o hacer es tóxica. Pero retomemos el camino. Llega Dorothy ante el Gran Mago, quien para ayudarla le pide derrote al único enemigo que le queda en todo Oz: la Malvada Bruja del Oeste.  Siempre deberás dar a cambio de lo que recibes, y de manera equivalente. La reciprocidad es la base de toda relación sana. Dorothy sabe que no tiene otra opción.

Para cada uno de nosotros, la Malvada Bruja del Oeste interior es la herida más profunda recibida en nuestra infancia. Todos la tenemos, aunque nos podamos pasar la vida sin reconocerla. ¿Qué es lo que más desea, aparte de amor: reconocimiento, admiración, pertenencia, presencia, validación, estímulo? Cualquiera que sea su necesidad, tendrá que ver con aquello que sus padres no le dieron. Cualquiera que sea su dolor, tendrá que ver con aquello que le infligieron.

La Malvada Bruja del Oeste es tan poderosa que parece estar a punto de derrotar a Dorothy. Ya ha desmembrado al espantapájaros y esparcido su paja: o sea, casi perdemos la cordura; ha dejado abollado y abandonado al hombre de hojalata: es decir, malherido el corazón, y encarcelado al león, por lo cual somos presas del miedo.

Parece que será esclava por siempre. Llámele también a la bruja adicción, codependencia, consumismo, o cualquier conducta que nos impida ir con libertad por aquello que deseamos. Podemos permanecer ahí poco o mucho tiempo. Unas semanas, unos meses, años o toda nuestra vida.

Un impulso nacido del instinto de autoconservación permite a Dorothy acabar con la bruja. Le echa encima un balde de agua que la derrite, furiosa porque le ha quitado una de sus zapatillas. Y ahí, nuestra heroína experimenta la gran revelación: el enemigo, interno y externo, es más frágil mientras más poderoso parece. Solo hay que conocer a qué le tiene miedo y qué emoción lo derrota (pues emociones es lo que representa el elemento agua).

¡No me arrebatarás mi felicidad, mi seguridad, mi paz interior!, es lo que hay que decirle al enemigo, interno o externo que constantemente nos quiere hacer flaquear con el coraje con el que Dorothy se enfrentó a la malvada bruja.


(Militante del PRI)
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