Enrique Escamilla Cantú.

Hola empresario. La semana pasada recibí una llamada de un arrendatario a quien le rento una propiedad en la ciudad de Monterrey. Su empresa había estado rentando esta propiedad por más de 25 años. Se distinguía por hacer siempre sus pagos a tiempo, y hasta donde yo sabía, tenía buenos resultados.

Me comentó que la empresa iba a cerrar y que va a desocupar el local. Me llamó muchísimo la atención, ya que era una empresa fuerte con mucha trayectoria y le pregunté por qué iba a cerrar. Yo sabía que estaba el tema del COVID, pero habiendo ya pasado la peor parte de la pandemia, sabía que no podía ser el único determinante.

Me comentó que a raíz del COVID sus ventas se habían bajado, sin embargo decidió aguantar los meses necesarios esperando que las cosas volvieran a la normalidad, confirmando mi teoría de que no podía ser la única razón.

Sin embargo, hace un mes sufrió una enfermedad grave que le ha impedido trabajar desde entonces y lamentablemente la enfermedad no le permitirá regresar a trabajar en varios meses, por lo que sin su dirección y supervisión el negocio no podrá seguir adelante.

Esto me llamó mucho la atención, porque desde mi punto de vista, un negocio no debe depender de la "mano" del dueño para poder sobrevivir. Al contrario, el negocio debe ser capaz por su propia cuenta de, no solo sobrevivir, sino crecer.

Algo más que añadió fue que ha estado vendiendo maquinaria, autos y propiedades para cubrir las deudas, y que espera que liquidando muchos de sus bienes pueda cubrir con la mayor parte de sus obligaciones.

¿A cuánto ascenderían sus deudas?, no lo se, pero debe ser una cantidad significativa para tener que vender el patrimonio que por muchos años a logrado juntar para él y su familia.

¡Me quedé frío!, pensando con mucha tristeza en el cierre de esta empresa, en los colaboradores que iban a perder su trabajo, y en la familia de este empresario que iba a sufrir económicamente.

¿A cuántas personas les pasa esto?, es mucho más común de lo que crees, seguramente tú conoces un caso similar. Lo más interesante es que esta situación no se generó por el COVID, ni por la enfermedad. Se generó por 25 años de gestión empresarial deficiente. Y no quiero que esto se tome a mal, sin embargo hay que tomar en cuenta que las empresas no tienen sentimientos, que se mueven con dinero, y que el dinero es la sangre del negocio. El negocio, si se queda sin sangre, por más buenos sentimientos que se tengan, va a quebrar y eso es absoluto.

Si desde hace 25 años este empresario hubiera aplicado algunas sencillas herramientas de gestión empresarial y financiera, seguramente hoy su empresa seguiría con vida, y no solo eso, sino que sería mucho más grande de lo que llegó a ser.

Este empresario cometió, entre otros, 2 errores que enuncio a continuación:

1.- No entendió que el empresario y la empresa son DOS ENTIDADES SEPARADAS, por lo que al enfermar el empresario, enferma también la empresa.

2.- No tenía una planeación financiera adecuada, afectando las posibilidades de mantener y crecer la empresa.

Lo más interesante de esto es que estos errores se pueden corregir de manera muy simple, solo hace falta tener los conocimientos necesarios y tomar acción. Te recomiendo mi libro Los 4 Errores de los Gerentes que Matan a tu Negocio, donde vas a ver las 4 acciones más representativas que comenten los líderes de empresa y que afectan a los negocios, a veces, hasta llevarlos a la muerte.

Empresario, hoy acabas de aprender algo que ha cambiado la forma en que ves los negocios. Usa esta información para prepararte y tomar acción. Toda la información que necesitas para que tu negocio sobreviva y crezca está más cerca de lo que tú crees. Toma acción.

¡Ánimo empresario!

Enrique Escamilla Cantú es un profesional de los negocios con más de 20 años de experiencia en negocios internacionales, articulista, escritor de libros, conferencista y mentor empresarial. Ha ayudado a decenas de empresarios a cambiar la forma en que ven los negocios. Si quieres saber más visita: facebook.com/domiinagroup