Rubén Aguilar Valenzuela
Hildegarda (Editorial Lumen, 2021) es una novela histórica de la escritora danesa Anne Lise Marstrand-Jørgensen con la que ganó el Premio de Literatura Weekendavisen.
 
La obra ha sido calificada por la crítica como "una novela histórica genuinamente original", "una obra monumental sobre la mujer más famosa de la Europa del siglo XII" y "un libro excepcional e intenso: una desgarradora experiencia de lectura. Una gran novela".
 
En esta obra Marstrand-Jørgensen narra la vida de Hildegarda de Bingen (1098-1179) una mística, religiosa, abadesa, escritora, naturalista, bióloga, compositora, filósofa, teóloga, médica, poeta y fundadora de monasterios en su Alemania natal. Históricamente ha sido reconocida como santa y en 2012 el papa Benedicto XVI la declara doctora de la Iglesia.
 
A Hildegarda se le considera como uno de los personajes más polifacéticos e influyentes de la Baja Edad Media en la historia de Occidente.
 
Estaba dotada de una inteligencia y cultura fuera de serie. Su producción escrita fue una de las mayores de su tiempo. Y entre otras cosas se le considera como madre de lo que ahora es la historia natural.
 
Nace en Bermersheim, Alemania, en el seno de una familia de la pequeña nobleza alemana. Fue la menor de los diez hijos de Hildeberto de Bermersheim, caballero al servicio de Meginhard, conde de Spanheim, ​y de su esposa, Matilde de Merxheim-Nahet.
 
De niña tuvo problemas de salud y en su nacimiento estuvo al borde de la muerte. Desde pequeña tuvo visiones de carácter místico. Sus padres deciden "entregarla" a Dios y su educación la ponen en manos de la condesa Judith de Spanheim (Jutta), hija del conde Esteban II de Spanheim quien la instruye en la lectura del latín, la Biblia, el salterio y el canto.
 
Algunos años Jutta e Hildegarda viven en el castillo de Spanheim. Cuando esta cumple 14 años ambas se internan, con permiso especial del obispo, en el monasterio masculino benedictino de Disibodenberg. Se construye un anexo, para que ellas vivan en el lugar.
 
En 1112 se realiza la ceremonia de clausura en la que participan Jutta y Hildegarda. En 1114, la celda se transforma en un pequeño monasterio, para albergar el creciente número de vocaciones de hijas de nobles. En ese mismo año, Hildegarda emite la profesión religiosa bajo la regla benedictina.
 
Jutta muere en 1136, con fama de santidad, e Hildegarda es elegida abadesa por la comunidad de monjas. Empieza, entonces, una nueva etapa de su vida. En 1141, a los 42 años, pasa por una etapa de visiones muy intensas. Asegura que ha recibido el mandato de escribirlas. El resultado es el libro Scivias (Conoce el camino) que concluye en 1151. En la tarea la apoyan el monje benedictino Volmar y una de las monjas de su comunidad, Ricardis de Stade.
 
Hildegarda, con todo, duda de dar a conocer sus visiones y decide, entonces, recurrir al juicio del monje cisterciense Bernardo de Claraval (1090-1153), en esa época uno de los hombres más admirados y respetados por su vida espiritual. En 1146 le pregunta si debe publicarlas. Quien después será santo le responde que lo haga porque se trata de un don de Dios.
 
El arzobispo de Maguncia, bajo su jurisdicción estaba el monasterio de Disibodenberg, conocía las visiones y profecías de Hildegarda y envía una comisión para consultar al papa Eugenio III sobre estos hechos. En 1148 un comité de teólogos estudia y aprueba el texto de Scivias y el mismo papa lee en público algunas de sus partes. Asegura que las visiones de Hildegarda son obra del Espíritu Santo.
 
La abadesa continúa trascribiendo sus visiones al tiempo que da inicio a una intensa relación epistolar con múltiples personalidades de la época, tanto políticas como eclesiásticas, entre ellas Bernardo de Claraval, Federico I Barbarroja, Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania, que pedían sus consejos y orientaciones. Se le empieza a llamar la Sibila del Rin.
 
En 1148 una visión la hace concebir la idea de salir de Disibodenberg y fundar un monasterio emancipado de la tutela de los monjes benedictinos. Kuno, entonces abad, se opone. Interviene la marquesa Ricardis de Stade, ​ madre de la monja secretaria de Hildegarda, que convence a Enrique I, arzobispo de Maguncia (1142–1153), de autorizar la fundación del nuevo monasterio.
 
Hacia 1150, las monjas se trasladan a Rupertsberg donde el conde Bernardo de Hildesheim, propietario del terreno elegido, les da el sitio. Hildegarda es la nueva abadesa. Del tiempo del fin de Scivias son también Liber simplicis medicine o Physica, obra sobre medicina dividido en nueve libros, y Liber composite medicine o Cause et cure, sobre el origen de las enfermedades y su tratamiento. En estos expone su gran conocimiento sobre el cuerpo humano y la forma de curarlo.
 
Inicia, entonces, la colección de cantos que tituló Symphonia armonie celestium revelationum, que compuso para atender a las necesidades litúrgicas de su comunidad. En 1163, como fruto de sus constantes visiones, empieza a redactar el Liber divinorum operum, en el que trabaja diez años. Hildegarda alterna la vida contemplativa, la escritura, la predicación y la fundación de nuevos monasterios. En 1165 establece uno en Eibingen.
 
La abadesa, a pesar de la clausura, realiza cuatro viajes de predicación. El primero entre 1158 y 1159 estuvo en Maguncia y Wurzburgo. El segundo en 1160 cuando va a Tréveris y Metz. El tercero entre 1161 y 1163 viaja por el Rin hasta Colonia. El cuarto entre 1170 y 1171 recorre la región de Suabia. La temática de la predicación: La redención, la conversión y la reforma del clero. También critica la corrupción eclesiástica y condena la doctrina de los cátaros.
 
El 17 de septiembre de 1179, a los 81 años de edad muere. Entre 1180 y 1190, el monje Teoderico de Echternach escribe la Vida de Hildegarda, a partir de pasajes autobiográficos que esta había contado. En 1227, el papa Gregorio IX abre el proceso de canonización, pero no concluye y en 1244, el papa Inocencio IV lo reabre, pero tampoco se llegó a concluir. Muy pronto debido a la difusión de su culto, la comunidad de los creyentes la consideran como santa. En 1940 se aprueba oficialmente la celebración como santa.
 
La Iglesia católica desde siempre ha considerado a Hildegarda como una teóloga propia del tiempo que le tocó vivir, pero con abordes personales originales inspirados es sus visiones místicas. Considera al ser humano como el centro del mundo creado por Dios y partícipe de su obra redentora. La persona es semejanza a Dios y también a su ceración que es el cosmos. El ser humano y el cosmos habrán de reintegrarse al final de la historia. La persona goza del libre albedrío, para decidir por su propia cuenta. Jesús, el hijo del Padre, se hizo carne, para rescatar a la humanidad.
 
De Hildegarda se conservan sus tres principales obras místicas: Scivias, Liber vite meritorum y Liber divinorum operum. Todas sus composiciones musicales, sus obras sobre la Lengua ignota, trabajos hagiográficos (Vita sancti Ruperti), algunas cartas -se ha comprobado su autoría de 300- y homilías. Hay también ilustraciones de las visiones descritas por la abadesa. De ella hay también otras obras menores que se encuentran en bibliotecas de Europa.
 
La novela histórica de Marstrand-Jørgensen hace referencia a buena parte de los acontecimientos históricos a los que hago mención en esta apretada síntesis, pero hay otros que no aborda. Desde mi lectura su trabajo se propone reconstruir el ambiente familiar, social, cultural y religioso del mundo en el que vivió Hildegarda.
 
Y también ofrecer una visión, a partir de información histórica sólida, que incluye las obras de esta mujer polifacética de inteligencia y cultura extraordinarias, de cómo pudo ser ella a nivel personal. De qué pensaba, qué sentía y cómo se relacionaba con los demás. Es un aborde de carácter literario, es novela y biografía, que se agradece.
 
De la lectura de la obra cada uno de los lectores puede acercarse a una Hildegarda, santa y doctora de la Iglesia Católica, más humana y cercana. En junio pasado junto con Sybille Flaschka, mi compañera, que es alemana, hicimos un recorrido, en espíritu de peregrinaje, a las ruinas del monasterio de Disibodenberg en las cercanías de Bingen. Ahí recordamos y honrarnos a la santa y doctora de la Iglesia, que descubrí por ella.
 
Hildegarda
Anne Lise Marstrand-Jørgensen
Editorial Lumen
Barcelona, 2021


Versión original: Hildegar, 2009. Traducción del danés al español de Blanca J. de Carranza y Queirós.