El hartazgo de la mayoría hacia las élites, política, empresarial, sindical y religiosa hoy sigue siendo una de las fuentes de legitimidad del gobierno de López Obrador.

Además, se ha dicho en este espacio, López Obrador ha hecho un gran esfuerzo de comunicación diaria y de presencia social que le ha permitido mantenerse como un presidente cercano a la gente, con un estilo de expresión sencillo; utilizando frases y dichos comunes y accesibles a la mayoría.

Otro gran mensaje es el de su preocupación por mejorar la vida de los que menos tienen, “por el bien de todos primero los pobres”.

 

No obstante ello, el presidente de México tiene, en su mapa de riesgos, retos que, de no superarlos, lo pondrían en un escenario débil no solo de cara a la evaluación ciudadana, sino a la gobernabilidad misma, que esa sí afectaría a la vida saludable del país.

Entre estos retos, destaca el del crecimiento de la inseguridad, de tal forma que afecte cada vez de manera más cercana al ciudadano común, cuando la gente sienta temor de salir al trabajo, a la escuela o a realizar cualquier actividad de su vida diaria, volteará la vista hacia el gobernante y le exigirá respuestas y su evaluación del gobierno se modificará.

El otro gran reto es el del crecimiento económico. Si la economía del país no logra crecer lo suficiente para generar los empleos necesarios para cubrir la demanda natural, repercutirá en la principal política de desarrollo social: la generación de empleo digno. Además de que disminuirán los ingresos públicos que son la principal fuente de financiamiento de los demás programas sociales puestos en marcha por el gobierno de la cuarta transformación. 

Para atender el primer reto, vale la pena recordar, y hacer una sana y práctica interpretación, lo dicho por el sociólogo alemán Max Weber respecto a la política. Para él, la política es “la dirección o la influencia sobre la dirección de una asociación política”, es decir, en nuestro tiempo, de una comunidad humana que, dentro de un determinado territorio, reclama, con éxito, para sí el monopolio de la violencia física legítima. Este Estado como todas las asociaciones políticas es una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de dicha violencia legítima. Para subsistir, es necesario que los dominados acaten la autoridad que pretende tener el dominante. (Weber, Max. El político y el Científico)

Para el segundo reto, la administración pública debe convertirse en un factor que dinamice la economía, convirtiéndose en un agente más productivo. Para cumplir esto, deberá ofrecer más y mejores servicios públicos con los mismos recursos que actualmente emplea; reorientar sus actividades en función de los objetivos y resultados y aspirar a la máxima excelencia en la calidad de los servicios que presta. 

Todo ello sin dejar de lado que el gasto público deberá considerar también una orientación hacia la inversión productiva en capital físico, tecnológico y humano, en aras de buscar un funcionamiento eficiente y productivo de la economía y así garantizar un crecimiento sostenible a mediano y largo plazo. 

José Vega Bautista

@Pepevegasicila

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