El presidente Andrés Manuel López Obrador dialogó, el pasado jueves 9 de marzo, con Elizabeth Sherwood-Randall, asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, sobre fentanilo, tráfico de armas y la decisión del presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, de respetar la soberanía de México.

El fentanilo es un opioide sintético que es hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina. Es un importante factor contribuyente a las sobredosis mortales y no mortales en los EE. UU. Hay dos tipos de fentanilo: el farmacéutico y el fabricado ilícitamente. Ambos se consideran opioides sintéticos. El fentanilo farmacéutico es recetado por los médicos para tratar el dolor intenso, especialmente después de una operación y en las etapas avanzadas del cáncer.

Sobre el tema, la Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación de la Ley del Departamento de Estado de los Estados Unidos publicó el 1 de marzo de 2022 su informe anual sobre la fiscalización de drogas y sustancias químicas. En el resumen que se hace en el informe de la situación general en los Estados Unidos en materia de drogas se explica que la pandemia de COVID-19 afectó a la lucha contra el tráfico de drogas y alteró las rutas de tráfico. Las sobredosis de drogas en los Estados Unidos han alcanzado máximos inauditos al registrarse más de 100.000 fallecimientos en el período de 12 meses que terminó en abril de 2021. 

En el informe se pone de relieve que la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) ha ampliado sus actividades para desarticular las redes dedicadas al tráfico ilícito de drogas sintéticas impartiendo capacitación, reforzando la coordinación con el sector privado y promoviendo la participación en sus plataformas de intercambio de datos y sus operaciones multilaterales en todo el mundo.

 

En febrero de 2022, la Comisión de Lucha contra el Tráfico de Opioides Sintéticos de los Estados Unidos, establecida por la Ley de Autorización de la Defensa Nacional de 2020, publicó su informe final. La Comisión trazó un plan estratégico para combatir la corriente ilegal de opioides sintéticos, en particular fentanilo, que estaba entrando en el país y para reducir el número de muertes por sobredosis. Entre las propuestas para crear un plan coordinado ante la crisis de los opioides cabe citar un examen de las dimensiones del problema relacionadas con la política exterior, la seguridad nacional, los servicios de inteligencia y la legislación y reglamentación, así como la comprensión del fenómeno de la demanda de sustancias ilícitas. 

La Administración para el Control de Drogas de los Estados Unidos ha informado de que se están utilizando las plataformas de medios sociales para traficar con drogas que contienen fentanilo. Entre el 29 de septiembre y el 14 de diciembre de 2021, esa entidad puso en marcha una iniciativa de seguridad pública centrada en los objetivos de las redes delictivas que utilizaban el anonimato y la accesibilidad que brindaban los medios sociales para traficar con drogas, lo que había llevado a la presencia de un nivel sin precedentes de fentanilo en las comunidades estadounidenses, a menudo en forma de comprimidos sujetos a prescripción médica falsificados. 

En 2021, la Administración para el Control de Drogas incautó 20.4 millones de comprimidos sujetos a prescripción médica falsificados. 

Durante el período en que estuvo vigente la iniciativa de seguridad pública se incautaron más de 8 millones de comprimidos sujetos a prescripción médica falsificados y más de 680 kg de fentanilo. En 2022, la Administración para el Control de Drogas anunció la operación policial One Pill Can Kill, que tenía como objetivo combatir la fabricación, importación, transporte y distribución de comprimidos de fentanilo falsificados. La siguiente fase de la operación tendrá como objetivo la distribución de comprimidos de metanfetamina.

Sin embargo, a este reto se ha sumado uno más: La nueva generación de sustancias peligrosas: los opioides no relacionados con el fentanilo

De acuerdo con los datos sobre la prevalencia anual del uso inadecuado de los opioides a nivel mundial, este casi se ha duplicado en los últimos diez años y los mercados ilícitos de esas sustancias están en crecimiento. Aunque todavía no se dispone de estimaciones mundiales de las muertes por sobredosis en 2021, hay pruebas de que los opioides sintéticos contribuyeron a un número cada vez mayor de las muertes registradas en América del Norte; solo en los Estados Unidos, el número de muertes atribuibles al consumo de opioides sintéticos aumentó de 70.000 en 2020 a más de 80.000 en 2021. Según las estimaciones del EMCDDA, el 74% de las sobredosis mortales en Europa está relacionado con los opioides. Además, desde 2009 se han detectado 73 nuevos opioides sintéticos, 6 de ellos solo en 2021.

Aunque el aumento de las muertes por sobredosis se ha atribuido principalmente al consumo de fentanilo fabricado ilícitamente, parece que un número cada vez mayor de muertes tiene que ver con otras sustancias relacionadas con el fentanilo que no tienen usos médicos, ya que, para evaluar la viabilidad de los nuevos opioides, los traficantes introducen en los mercados ilícitos de drogas análogos que no estén sometidos a fiscalización internacional. En 2018, la JIFE estableció por primera vez una lista de sustancias relacionadas con el fentanilo sin usos legítimos conocidos con el fin de informar a los gobiernos y, a través de ellos, a los asociados del sector privado de la amenaza que suponían dichas sustancias, y los invitó a abstenerse voluntariamente de comercializarlas, venderlas y distribuirlas.

En 2019, la JIFE, a través de su proyecto OPIOIDS, comenzó a vigilar Internet para detectar la aparición de opioides novedosos en diversas plataformas en línea, como grupos de discusión, medios sociales, sitios en que se venden sustancias químicas para la investigación y plataformas de comercio electrónico entre empresas, a fin de proporcionar información de utilidad práctica a los puntos focales de la JIFE. Al 1 de noviembre de 2022, el proyecto OPIOIDS había ayudado a que los puntos focales de los organismos de reglamentación y encargados de hacer cumplir la ley y los asociados de confianza del sector privado en el ámbito de la seguridad intercambiaran información sobre más de 1,400 vendedores en línea sospechosos

La potencia y la toxicidad de los opioides no relacionados con el fentanilo siguen siendo en gran medida desconocidas, ya que las evaluaciones científicas no han seguido el ritmo de la aparición de estas nuevas sustancias. 

Hay indicios de que, en algunos casos, los niveles de potencia y toxicidad son considerablemente más altos que los encontrados en otros opioides conocidos, lo que da lugar a que las sobredosis y las muertes accidentales se produzcan a un ritmo mayor. Al parecer, los opioides no relacionados con el fentanilo son fabricados a medida; se comercializan y venden en línea, y posteriormente se envían a través de servicios postales internacionales, servicios de mensajería o transporte aéreo, utilizando un modus operandi parecido al que se emplea con las sustancias relacionadas con el fentanilo. (Informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes correspondiente a 2022)

Ante esta realidad, los gobiernos deberían actuar con soluciones globales y nacionales que vayan más allá de lo únicamente punitivo y represivo; centrando más la atención a las medidas socio-sanitarias, con un plan de lucha dirigido a combatir y reducir las drogodependencias, el principal origen del problema. Combatir las causas y controlar las consecuencias y daños colaterales. 

Diseñar, en cada país afectado por el consumo de drogas ilegales, planes desde criterios reales, y siempre contando con los sectores afectados, y desde el análisis de sus necesidades. 

Establecer una gran estrategia transversal, que incluya, entre otras cosas, garantizar un programa de prevención en el ámbito escolar y comunitario; afrontar los problemas de exclusión social que hacen vulnerables a grupos de jóvenes; entender y atender la realidad de los consumos para que desde el entorno familiar, social y sanitario, se cuente con las herramientas necesarias para evitar los riesgos socio-sanitarios con programas de familia y formación de profesionales. 

Además de la aplicación de programas terapéuticos para aquellos grupos en situación especial de riesgo y el fomento a la investigación científica que aporte conocimiento sobre los riesgos referidos con ciertos consumos de sustancias y a la vez ayude a los consumidores a orientarse y responsabilizarse de los riesgos que afrontan al consumirlas. 

José Vega Bautista 

@Pepevegasicilia

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