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Además de buenos perfiles, esto esperamos de la administración pública 

IMG-1615.jpgLa próxima Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, ganadora de la elección anunció este jueves los nombres de más integrantes de su futuro gabinete. 

Luz Elena González Escobar como secretaria de Energía; David Kershenobich Stalnikowitz será secretario de Salud; a la Secretaría de Función Pública irá Raquel Buenrostro Sánchez; Jesús Antonio Esteva Medina será secretario de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes; y Edna Elena Vega Rangel, la futura secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano.

La doctora Sheinbaum aclaró que solo presentó a cinco integrantes este jueves, ya que Rogelio Ramírez de la O, de quien había adelantado que continuaría como secretario de Hacienda y Crédito Público, no pudo asistir por actividades del cargo. (claudiasheinbaumpardo.mx)

Interesa a todos los mexicanos conocer los perfiles de los y las funcionarias que acompañarán en el trabajo a quien en unos meses será la responsable del Poder Ejecutivo Federal; pero también es importante plantear algunas características que el trabajo del aparato burocrático del gobierno deben cumplir, en sus tres órdenes, por supuesto. 

La administración pública, el aparato burocrático del gobierno, es un instrumento esencial para el desarrollo de la democracia y el aseguramiento del progreso individual y del conjunto de la sociedad. Los servicios públicos son indispensables para garantizar la igualdad de oportunidades de todas las personas y para que éstas puedan ejercer plenamente los derechos y libertades reconocidas por nuestra constitución. 

Por tal razón la administración pública debe de actuar al servicio de toda la ciudadanía y está obligada a hacerlo funcionando con transparencia, eficacia y calidad, y con un compromiso con la calidad de los servicios públicos y convocando a la participación ciudadana en las decisiones públicas y en la definición de los intereses generales de la nación.

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La nueva Secretaría y el reto de la innovación

El pasado jueves 20, quién en unos meses será la presidenta de México, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, presentó a los primeros seis integrantes de su Gabinete presidencia. Ellos son: 

Marcelo Ebrard Casaubón, en la Secretaría de de Economía; Rosaura Ruiz Gutiérrez, será la titular de la próxima Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación; Juan Ramón de la Fuente, en la Secretaría de Relaciones Exteriores; Alicia Bárcena Ibarra, en la Secretaría de Medioambiente y Recursos Naturales; Julio Berdegué Sacristán a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y Ernestina Godoy Ramos, en la Consejería Jurídica de Presidencia.

Destaca en dicho anuncio la creación de la nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación.

La importante secretaría quedará a cargo de Rosaura Ruiz Gutiérrez, licenciada, maestra y doctora en Biología por la Universidad de ciencias de la UNAM, que cuenta, además, con dos doctorados honoris causa.

En su carrera, la doctora, de 2018 a 2023, se desempeñó como titular de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología y Innovación del Gobierno de la Ciudad de México.

Fue la primera mujer presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias entre los años 2008 y 2010. Y es integrante del Sistema nacional de Investigadores desde 1985.

Temas muy importantes para la vida pública mexicana le tocará coordinar, dirigir y administrar a la futura secretaria. 

Al respecto, me gustaría enfatizar en uno de ellos, la innovación. Innovar es, en términos prácticos, crear nuevos productos, nuevos bienes, nuevos servicios, nuevas formas de organizar el trabajo. 

Por lo tanto, la innovación brinda la posibilidad de generar empleo, hacer más productivo el trabajo, contar con empresas más competitivas y por tanto lograr una economía más productiva, lo que derivará en un mayor nivel de renta disponible y de bienestar de la población.

En este sentido, en una economía de mercado, como en la que vivimos, las empresas deben encabezar el proceso de desarrollo de la innovación, y al sector público le tocará generar las condiciones y el entorno propicio y brindar su colaboración y recursos para inversión en proyectos innovadores.

 

La nueva secretaría deberá liderar y coordinar los esfuerzos del conjunto de instituciones públicas y privadas que interactúan en la producción y difusión de tecnología e innovaciones, tales como universidades, centros públicos y privados de investigación y desarrollo, así como las empresas. 

 

Todo encaminado a dinamizar el esfuerzo científico y tecnológico del país y favorecer y acelerar la inversión privada en el objetivo.

 

Además, es imprescindible fortalecer el sistema público de ciencia y tecnología y estrechar la vinculación entre los académicos y los empresarios, a través, entre otros medios, de la labor de los parques científicos y tecnológicos como áreas de intersección entre universidades y empresas. 

 

En conclusión, la misión de la nueva secretaría deberá estar encaminada a lograr plataformas tecnológicas donde participen el sector público, las empresas e inclusive los usuarios, con el fin de llegar al desarrollo de tecnologías cada vez más pertinentes con nuestra realidad.

 

José Vega Bautista

@Pepevegasicilia

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La política como vocación 

IMG-4673.jpegLos procesos electorales recién vividos en nuestro país despertaron el interés de una parte importante de nuestra población. Personas que por años se mostraron apáticas a participar en temas políticos se introdujeron en ellos a través de discusiones en redes sociales, pláticas de café, reuniones de amigos o familiares, e incluso participando activamente, en manifestaciones y/o promoviendo el voto y asistiendo a las urnas a sufragar por sus candidatos favoritos. 

Aprovechando ese ánimo renovado por la política, les comparto en este envío un fragmento de la conferencia “La política como vocación”, dirigida  por el sociólogo alemán Max Weber a la Asociación Libre de Estudiantes, en Múnich. 

Por política entenderemos solamente la dirección o la influencia sobre la dirección de una asociación política, es decir, en nuestro tiempo, de un Estado.

¿Pero, qué es, desde el punto de vista de la consideración sociológica, una asociación política? Tampoco es éste un concepto que pueda ser sociológicamente definido a partir del contenido de su actividad. 

Apenas existe una tarea que aquí o allá no haya sido acometida por una asociación política y, de otra parte, tampoco hay ninguna tarea de la que puede decirse que haya sido siempre competencia exclusiva de esas asociaciones políticas que hoy llamamos Estados o de las que fueron históricamente antecedentes del Estado moderno. 

Dicho Estado sólo es definible sociológicamente por referencia a un medio específico que él, como toda asociación política, posee: la violencia física. “Todo Estado está fundado en la violencia”, dijo Trotsky en Brest-Litowsk. 

Objetivamente esto es cierto. Si solamente existieran configuraciones sociales que ignorasen el medio de la violencia habría desaparecido el concepto de “Estado” y se habría instaurado lo que, en este sentido específico, llamaríamos “anarquía”. La violencia no es, naturalmente, ni el medio normal ni el único medio de que el Estado se vale, pero sí es su medio específico. 

Hoy, precisamente, es especialmente íntima la relación del Estado con la violencia. En el pasado las más diversas asociaciones, comenzando por la asociación familiar, han utilizado la violencia como un medio enteramente normal. Hoy, por el contrario, tendremos que decir que Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el territorio es el elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima. 

Lo específico de nuestro tiempo es que a todas las demás asociaciones e individuos sólo se les concede el derecho a la violencia física en la medida que el Estado lo permite. El Estado es la única fuente del “derecho” a la violencia. 

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