Salvador Hernández Vélez

Según el Foro Tendencias 2020 celebrado este año en Madrid, la comunidad internacional enfrentará tres grandes pruebas: un contexto global geopolíticamente complejo, la desaceleración de la economía y los retos cada vez más complejos del cambio climático. A nivel político el escenario se caracteriza por el auge de los populismos y de los nuevos autoritarismos aparentemente democráticos. Lo que abona aún más al ambiente de incertidumbre social que puede derivar en decisiones impredecibles por parte de los gobiernos. Como está sucediendo en Chile.

A los temas mencionados se añade el proceso cada vez más acelerado de la revolución tecnológica. Sin duda van a seguir apareciendo tecnologías disruptivas a un ritmo impresionante que no alcanza a corresponderse con la velocidad de adaptación que se requiere.

En el marco de estas noticias recibí un libro sobre la vida de Nelson Mandela. Como he tenido oportunidad de leer otras biografías sobre la vida de este hombre libre, me apliqué a reflexionar de nueva cuenta sobre sus métodos y formas de lucha que son un ejemplo para las condiciones actuales: logró dominar los medios impuestos por los blancos: la educación, el idioma, los aparatos de justicia y las instituciones en su lucha a favor de sus compatriotas. Nació en un país conformado por una sociedad multirracial y pluricultural que generaron muy diversas problemáticas. La más grave fue, precisamente, la cuestión racial que lo era también social, política y económica. Los negros de Sudáfrica, a pesar de tener superioridad numérica, eran considerados como ciudadanos de segunda.

Nelson Mandela se convirtió en el líder más importante de la transformación social y política que abolió el sistema del apartheid que los blancos habían establecido en su país. Nació en el seno de una sociedad tribal, el 18 de julio de 1918. Fue un estudiante ejemplar, con la mente siempre abierta al aprendizaje. A los 19 años Nelson Mandela ingresó a la Universidad de Fort Hare, único centro de educación superior que existía en Sudáfrica para que los negros estudiaran. El Mandela de esos años es un reflejo de Gandhi en su etapa sudafricana: intenta reproducir los usos y el aspecto de los blancos, viste traje de tres piezas y busca que su aspecto sea impecable en ese sentido.

Lucha contra las mismas leyes a las cuales se opuso Gandhi en su etapa de abogado de los inmigrantes indios en Sudáfrica: la ley de regulación del trabajo nativo, que prohibía la organización política de los trabajadores no blancos; la ley de las tierras de los nativos que ponía como límite el 13 por ciento como posibilidad de propiedad para los originarios del continente. Son los años de la Segunda Guerra Mundial. El discurso en el cual los aliados preconizan a favor de la democracia, la igualdad y el derecho a todas las libertades, despierta las expectativas de los oprimidos.

El domingo 5 de agosto de 1962, Nelson Mandela fue hecho prisionero y conducido a la prisión de Johannesburgo. Comenzaban así los largos días de la prisión. Más de 27 años, si debemos precisarlo. Cabe recordar las palabras de cierre ante el juez que emitió Mandela: “He adoptado por ideal, el ideal de una sociedad democrática y libre donde todo el mundo viva conjuntamente en el país y con igualdad de oportunidades. Yo espero vivir para conquistar ese ideal, pero es también, un ideal por el cual estoy preparado, si es necesario, a morir”.

El 11 de febrero de 1990, tras 27 años y 190 días, Nelson Mandela volvió a la libertad. El desmantelamiento del sistema del apartheid no era una tarea sencilla. Los anhelos de Mandela se convirtieron en una realidad: “un hombre, un voto”. Y con el 62 por ciento de los votos totales que obtuvo el Congreso Nacional Africano, el Parlamento eligió a Nelson Mandela como el presidente de la República Sudafricana. Y al final de su periodo como presidente transmitió el poder a su sucesor, Thabo Mbeki. Y dejó en claro que los beneficios de la lucha política no deben ser para una persona solamente, deben ayudar a crear una sociedad en donde la igualdad de oportunidades permita el desarrollo de cada una de las personas que la integran. Hasta el final de su carrera política fue consecuente con esto.

Podemos pues ver la historia de Mandela como un ejemplo de que la lucha deber ser continua y la resistencia ante la opresión una máxima de vida y que la lucha es por el derecho a vivir.

@SalvadorHV

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