Andrés Manuel López Obrador llega al poder en condiciones políticas inmejorables para impulsar esa Cuarta Transformación que haría de México un país más democrático, más incluyente, menos desigual, con mayor crecimiento económico, y todo ello sin perder estabilidad financiera. No se ve fácil conciliar todos esos objetivos. ¿Se resignará a las restricciones de la realidad presupuestaria y económica, o buscará imponerse sobre ellas con el riesgo de la inestabilidad macroeconómica que hemos visto en otros países de América Latina? ¿Logrará tomar las riendas del poder un grupo nuevo, con poca experiencia de gobierno, con un estilo de gestión tan centralizada como la de AMLO? Estos interrogantes si irán despejando a partir del 1 de diciembre cuando tome el poder. (Carlos Elizondo, El Pais, 040618)

Siguiendo un análisis desde un enfoque de economía política, deseo aquí plantear un marco general en el que va a tener que desarrollar su acción para lograr esa Cuarta Transformación que propone. Para ello, es necesario partir de que tanto el aparato estatal, como sus funciones se han modificado en lo esencial, atendiendo a la dialéctica de desarrollo de las fuerzas productivas y sus consecuentes, teniendo como función primaria y fundamental la garantía de las condiciones generales y externas de las relaciones capitalistas de producción.

De lo anterior, se desprende que el Estado tiene como funciones, asegurar la existencia de la propiedad privada, vigilar y lograr el apego a las reglas de cambio, instaurar reglas de competencia homogéneas, dar protección en el interior y el exterior, así como, garantizar la mano de obra libre necesaria y el establecimiento de la infraestructura que permita condiciones ventajosas para el productor.

Para dar cumplimiento a sus funciones, el Estado se debe situar por encima de los inversionistas y de los trabajadores directos, es decir, aparece como un órgano de donación y administración externo, con el fin de mantener a ambos polos en el justo medio que permita la reproducción capitalista.

Sin embargo, el Estado está muy cerca del proceso productivo y su actividad no puede ir más lejos de lo que es necesario para un buen funcionamiento de la economía. El estado a través de sus agencias concretas desarrolla un medio ambiente favorable a la acumulación, mediante la organización de un sistema de crédito, regularización del sistema fiscal y controlando el mercado de mano de obra.

Asimismo, el Estado indica el marco general a la acción de los grupos capitalistas concurrentes y señala las condiciones de compatibilidad entre las bases materiales de la producción de valores. Otra función es enmendar los errores de la iniciativa privada, debe volver ventajosa la producción que no la es, actuando sobre los factores que determinan el rendimiento capitalista.

El Estado debe actuar sobre la tasa media de ganancia y sobre los costos de reproducción de los diferentes componentes del capital.

Como se ha visto en los análisis de la economía política, la ganancia se mide con relación al capital total, constante y variable contribuye a la producción de plusvalía y el capital constante sólo transfiere una parte de su valor al producto, de donde se concluye que el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo en el conjunto de la sociedad, conduce a una baja tendencia de la tasa de ganancia.

Lo anterior, y la misma dialéctica con tono de crisis del proceso de desarrollo capitalista, lleva a la generación de más funciones específicas del Estado, las cuales son sistematizadas, tomando en cuenta su relación con el proceso de producción de capital y partiendo de la función fundamental del Estado, anteriormente citada.

El Estado no determina libremente su actividad económica, sino que, por el contrario, solamente la adapta a las condiciones variables de la acumulación capitalista.

Al expandirse el sistema capitalista y crearse el mercado mundial, el Estado se convierte en un instrumento que tiene por función garantizar, respecto a otros Estados, las zonas de inversión, de abastecimiento y de flujo necesarias para la reproducción del capital nacional. Esta función se concreta en políticas proteccionistas, comerciales, fiscales y monetarias.

Por otra parte, al existir una caída de la tendencia a invertir de los capitalistas nacionales, el Estado actúa mediante la ampliación de su propio mercado, es decir aumenta el volumen de compra de bienes, financiándose mediante la imposición a la sociedad. Se pretende además que los gastos improductivos del Estado incrementen la productividad de trabajo y logren el mantenimiento de un sector privado rentable.

El Estado actúa, en el proceso de reproducción capitalista, como creador de las condiciones necesarias de infraestructura, tanto en el área de transporte, comunicaciones, bienestar social, salud, como en el área de desarrollo científico y tecnológico, con lo cual se garantiza el desarrollo de las fuerzas productivas.

El desarrollo de las fuerzas productivas trae consigo un desajuste en el proceso de explotación de los capitales individuales, es en este momento cuando se da la intervención del Estado a través del establecimiento de procesos administrativos de regulación y de planificación con la finalidad de actualizar la estructura material del aparato de producción.

Por último, al influir el Estado en la redistribución del ingreso, a través de diversos mecanismos como salarios, tasas impositivas, etc., realmente sólo reglamenta y legitima una distribución de productos y de riquezas promovida por las elecciones de fuerza que se establecen en el proceso de producción y comercialización.

Las funciones del Estado y su actuación en el plano económico son un conjunto de reacciones, predeterminadas por un medio ambiente dinámico, que se dan racionalmente y con arreglo a fines deseables y coherentes con el proceso capitalista y su reproducción.

La acción económica del Estado se convierte en parte integrante del proceso de acumulación, concurriendo a la dinámica de la producción y de la circulación del capital, y en general a su valoración adaptándose a las Leyes de los movimientos de los capitales.

Ese es el marco en el que se deberán desarrollar las políticas publicas del gran proyecto de La Cuarta Transformación de México. Con esa base, dependerá de la convicción y la fuerza transformadora del próximo gobierno que México se convierta en un país más democrático, más incluyente, menos desigual y con mayor crecimiento económico.

José Vega Bautista
@Pepevegasicilia

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