Flor Rentería

Amigas y amigos, la democracia es una condición fundamental de la vida política; la lucha de poder mediante vías pacíficas e institucionales, que permita la correcta expresión de la opinión pública, la representación mayoritaria y las voces minoritarias, para alcanzar un equilibrio que refleje la realidad nacional, pero que permita que todas las voces justas puedan ser escuchadas.

La democracia nos obliga a entender a las y los políticos que ningún triunfo es eterno, y que el poder no debe de ejercerse nunca con la intención de aplastar a los opositores, sino para buscar construir acuerdos, ya que en la medida que una decisión política deje a una de las partes absolutamente satisfecha, muy seguramente, la otra quedará absolutamente insatisfecha.

Todos los cambios políticos, sin distinción, van a tener una reestructuración de recursos, de facultades, o de funciones; lo que es muy importante es entender que nunca debemos asumir una posición temporal como una facultad permanente, y que buscar ignorar las voces ciudadanas, bajo el argumento de enarbolar las voces ciudadanas, es precisamente lo que hacen los dictadores.

Lo anterior, lo manifiesto porque a lo largo de este primer año de gobierno de MORENA, resulta preocupante el tinte antidemocrático que han asumido algunos de sus “jugadores” más importantes; personajes que otrora se asumían garantes del intercambio democrático y la lucha de poder, hoy encumbrados se olvidan de su lucha, y se transforman en una caricatura de sí mismos.

El ejemplo más claro es el de Porfirio Muñoz Ledo, hasta este martes Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, quien fuera uno de los primeros en abandonar al PRI, junto con Cuauhtémoc Cárdenas, y enarbolar una lucha democrática contra lo que el denominó el Sistema. Porfirio no es ningún extraño del Poder Legislativo, de hecho, ha sido Diputado Federal por el PRD, por el PT y por Morena, además de Senador, y no obstante que, desde hace más de 10 años, la Presidencia de la Cámara de Diputados solo dura un año, el movilizó todo su capital político para intentar perpetuarse durante más tiempo.

En un principio, Muñoz Ledo busco extender su periodo dos años más; viendo truncadas sus aspiraciones, busco extender una rama de oliva: de los dos años restantes, el ocuparía 6 meses más, dejándole 6 meses al PAN, 6 meses al PRI, y 6 meses a quien “el PT designe”.

Amigas y amigos, durante el Gobierno anterior, el PRI y sus partidos afines contaron con mayoría absoluta en la Cámara de los Diputados, y nunca, en ninguna circunstancia, el PRI busco retener la Presidencia de la Mesa Directiva; por el contrario, el PRI permitió que los Diputados independientes, no obstante a que esto no era parte de la Ley Orgánica, pudieran participar en los planteamientos como si fueren una bancada más, a fin de garantizar que todas las voces fueran escuchadas.

Hoy, el partido que llegó por la democracia busca usar esta misma, escudando pretensiones vergonzosas y preparando iniciativas de ley al vapor para tratar de dar legitimidad a una simple ambición. Que vergüenza para Muñoz Ledo y para Morena, pero que manera de mostrarse de cuerpo completo ante la ciudadanía.

Afortunadamente, al parecer, fue el mismo Presidente Andrés Manuel López Obrador quien les llamó la atención, y demostró la gran influencia que tiene en un poder supuestamente autónomo, pues logró que Muñoz Ledo y todos los Diputados y Diputadas de Morena claudicaran en su intención, dándose golpes de pecho no obstante los infinitos audios, videos, y frases de talante dictatorial que le dieron a la opinión pública durante las pasadas semanas.

Independientemente de esto, es loable que AMLO se pronuncie contra esta afrenta a la democracia, pues esa es su obligación como Presidente; habiendo dicho esto, es lamentable que meses después, continúe sin tomar partido en la otra grave violación a la democracia, la de Baja California, donde los Diputados Locales, mediante votación económica, decidieron regalarle 3 años más de funciones al Gobernador Electo.

La democracia no es un regalo ni una propiedad. No es algo que le pertenece a nadie. Hitler llegó por elecciones, y también Mussolini. La democracia es entender que al poder se llega a cumplir, no a imponer; de lo contrario, estaríamos destruyéndola, actuando en su supuesta defensa.