Gerardo Moscoso Caamaño
Este pasado 1 de Abril se cumplió el 80 aniversario del fin de la Guerra Civil española. Intentar entender el enorme sufrimiento de los vencidos no es tarea fácil.
 
Aquel conjunto híbrido en desacuerdo que conformaba la derecha española, quedó, si no unido, sí encerrado en un corsé férreo aliviado sólo con repetidas oportunidades para la corrupción.
 
Se unieron los grupos más dispares entre sí.
Los nombres y las posiciones políticas no le merecían a Francisco Franco el más mínimo respeto más que cuando le servían para su inmediata utilización y pese a lo poco que confiaba en la sociedad civil, el gobierno fue integrado principalmente por ellos.
 
Llegué a la España de la dictadura Franquista a los 17 años de edad, 1962, todavía escuchaba relatos de los sobrevivientes republicanos del horror que había significado la guerra civil y la victoria del fascismo en 1939.
 
Las narraciones de aquellos que vivieron escondidos en las ruinas de los sótanos llenos de niños hambrientos, que para salvarlos fueron entregados por sus padres para que fueran acogidos por el Gobierno del General Lázaro Cárdenas, trasladados a México, conocidos después como los “Niños de Morelia” y otros que fueron enviados como refugiados a Moscú.
 
Me asistieron los primeros años en Santiago de Compostela, mis tíos maternos, casa familiar de los vencidos.
 
Me tocó escuchar en la Radio y televisión españolas la celebración franquista de los “25 años de paz”, veinticinco años de un sistema extremadamente autoritario, basado en la usurpación por la fuerza, donde el “caudillo” sólo respondía de sus actos ante Dios y ante la historia, sin rendir jamás cuenta de sus actos.
Sembró castigos masivos, luego añadió la corrupción por un lado y por el otro el miedo.
 
Logró la forzada indiferencia de las sucesivas generaciones a pensar, a preocuparse por el destino individual e histórico, a preocuparse del futuro en común de la colectividad en que vivían.
 
Para ello instauró la militarización en todo el país, asuntos que permanecieron vigentes hasta después de la muerte natural de dictador (1975), aunque la represión siguió hasta la nueva constitución votada el 8 de Diciembre de 1978.
 
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