Aeroporto di Milano Malpensa

Oscar Cortés Suárez

Era el verano de 1998. Se jugaba el mundial de fútbol en Francia.

Mi papá me había contratado para pintar el patio de la casa, así que cada mañana sacaba mi televisión de 15 pulgadas para ver los partidos mientras daba brochazos en las paredes.

Con el lento ir y venir de la brocha, llegó uno de esos días que los apasionados del fútbol tanto anhelamos: jugaba la selección en el mundial. No recuerdo con exactitud el rival. Pudo ser Bélgica o pudo ser Holanda. Lo que no se me olvida es lo que pasó cuando encendí mi pequeña televisión.

En la pantalla se veía a un reportero de Televisa haciendo un esfuerzo monumental para que su voz no fuera silenciada por los gritos de ¡México, México, México! que coreaban los aficionados tricolores que lo rodeaban. Una clásica escena mundialista.

De repente, de entre todos los aficionados, una cara conocida saltó. ¡No mameeees, ese wey está en la escuelaaaaa! – le grité a la brocha tan emocionado como si se tratara de un amigo. Era Felipe González, un chavo que iba a la misma escuela que yo. En aquella época sólo lo conocía de vista, luego el fútbol nos hizo amigos.

Después de verlo en la tele, eché a volar mi imaginación y soñé poder ir algún día a un mundial de fútbol.

Con el tiempo, Pipe –como le decimos los cuates- convirtió su hobby en negocio y creó Deportours Eventos, una empresa que organiza viajes a eventos deportivos por todo el mundo, incluyendo el mundial del fútbol.

Recuerdo que cuando se acercaba Alemania 2006 le llamé para preguntarle cuánto costaría ir al mundial. Al final no fui.

Cuando se acercaba Sudáfrica 2010 volví a llamarle para preguntarle cuánto costaría ir al mundial. Tampoco fui.

Cuando se acercaba Brasil 2014 otra vez le llamé para preguntarle cuánto costaría ir al mundial. Ese año lo vi en las salas de Cinépolis.

Cuando estaba por iniciar Rusia 2018, con algo de pena le volví a llamar para preguntarle -oooootra vez- cuánto costaría ir al mundial. Pipe, buen amigo, buena persona, buen empresario, me volvió a contestar. Durante 4 mundiales, ninguno de los dos perdió la fe.

Aunque todavía no me la creo, ya estoy a punto de viajar a Rusia a cumplir un sueño de niño, a cantar el himno nacional, a llorar el cielito lindo, a gritar los goles de México y, ¿por qué no?, a rodear a algún reportero mexicano para salir en la tele gritando ¡México, México, México!

No sé quién subirá al avión; si seré yo o el niño que jugaba a ser Jorge Campos en el portón del vecino. Lo que sí sé es que todo llega cuando lo deseamos con mucha fuerza!

Gracias papá, gracias mamá, gracias #Titus, gracias #TitaCute por ayudarme a comprender que la vida es ahora. ¡Ah, y también por prestarme dinero! ?

Nos vemos pronto! #VamosMéxico #SiSePuede #Rusia2018