IMG-6079.jpgEl ambiente electoral que se vive en algunos sectores de la sociedad de nuestro país rumbo a las elecciones del 2024 es por demás explicable y entendible. El jurista y politólogo alemán Hermann Heller explica la política como “la función del Estado que consiste en la organización y activación autónomas -es decir, soberanas- de la cooperación social-territorial, fundada en la necesidad histórica de un status vivendi común que armonice todas las oposiciones de interés dentro de una zona geográfica”.

En este ambiente, recientemente se han dado a conocer una serie de encuestas que señalan o reflejan las preferencias electorales al momento de haber sido levantadas. Algunos resultados son los siguientes:

La preferencia general entre la población es para la morenista Claudia Sheinbaum, con un 49%, mientras que la aspirante del bloque opositor, Xóchitl Gálvez, obtiene un 26%. Movimiento Ciudadano aún no ha definido un cabeza de cartel, algo que espera que ocurra alrededor de un 58% de los consultados en la encuesta de Enkoll para EL PAÍS y W Radio.

La encuesta nacional de vivienda realizada por la empresa Buendía & Márquez para El Universal se concluyó que Morena obtuvo el primer lugar de “simpatía” entre los encuestados con un 53%; mientras que PVEM y PT alcanzó el 5%; por su parte, el Frente Amplio por México generó el 21% en las preferencias, sin embargo, cada partido que integra al FAM obtuvo por separado: PAN 11%, PRI 8% y PRD 2%; finalmente.

La intención de voto para Claudia Sheinbaum Pardo, virtual candidata presidencial de Morena, para las próximas elecciones del 2 de junio de 2024 es del 64 por ciento, de acuerdo con la quinta encuesta nacional preelectoral de la casa Covarrubias y Asociados.

De acuerdo con esta casa encuestadora, Claudia Sheinbaum lidera las preferencias del voto de cara a las elecciones presidenciales con un 64 por ciento, muy por encima del 17 por ciento que votaría por la virtual candidata del Frente Amplio por México, Xóchitl Galvéz.

Independientemente que las encuestas resultan ser una gran herramienta, en estas fechas son más importantes para los políticos en campaña que para los electores. Con la información de las encuestas los candidatos y sus equipos recopilan indicios acerca de las oportunidades existentes para realizar con éxito una campaña y recabar la información necesaria para la planeación de la misma, como la imagen más adecuada del candidato o candidata o los temas que le interesan a los electores y sus posiciones frente a ellas.

A pesar de que los tiempos político electorales se nos han adelantado, aún quedan meses para que el ciudadano se presente a las urnas, tiempo suficiente para que analice candidatos y propuestas y así esté en condiciones de decidir.

La pregunta ahora es: ¿cuándo decide el elector su voto?

 

De acuerdo con mi maestro Roberto Salcedo Aquino, los electores toman su decisión de votar en diferentes momentos: algunos aun antes de que se inicie el proceso electoral deciden votar por su partido; otros muy poco tiempo después de que se dan a conocer las candidaturas; unos más utilizan las comunicaciones de las campañas para escoger por quién votar, y hay quienes unos días antes o aun dentro de la casilla electoral deciden cuál candidato apoyar.

Las proporciones de cada uno de estos grupos varían de elección a elección; dependen sobre todo de la fortaleza del partidarismo que estimula a los electores a otorgar su voto a los candidatos que postule su partido independientemente de quiénes sean y qué propongan; en una situación de intenso partidarismo, la decisión del voto se toma prácticamente en el momento de la postulación de los candidatos; en este caso los resultados de la votación son muy previsibles, de modo que las campañas poco tienen que hacer para persuadir a los electores.

Cuando el partidarismo es débil o se pone a prueba por la fuerza de las personalidades de los candidatos o de las propuestas de solución a problemas graves, o bien, por la misma división de los partidos que les resta influencia sobre la orientación de los votos de sus militantes, las proporciones de quienes demoran su voto hasta el último momento se incrementan y el voto se vuelve volátil e impredecible.  Crece en esos momentos la importancia de las campañas para ayudar a que los electores arriben a la decisión favorable.

Sin embargo, la dinámica de la decisión del voto puede ser muy variable, sobre todo en los electores que apoyan débilmente a un partido, en los indecisos y en los oscilantes; algunos que inicialmente estaban comprometidos con un candidato, pero con reservas, pueden cambiar a la categoría de indecisos a medida que la campaña se desarrolla y pueden, subsecuentemente, regresar a su decisión original de votar por ese candidato; otros pueden cambiar su lealtad de uno a otro candidato varias veces conforme se sucedan nuevos eventos antes de llegar a las urnas; inclusive -el caso es remoto mas no imposible- puede darse un proceso de conversión a otro partido y provocar un realineamiento de fuerzas partidistas.

En cada elección, las campañas tienen que irse adaptando en su ritmo e intensidad a la manera como los electores van llegando a su decisión de voto.  De ahí que en sus dos últimas etapas se esfuercen por clarificar al máximo las personalidades de sus candidatos y sus propuestas respecto a las de los opositores, además de intensificar y enfocar las acciones de persuasión en los grupos que todavía carecen de una decisión definitiva. (https://manual.inep.org/I/I-II.html#iie)

Por ello, más allá de las encuestas, lo importante ahora es que los ciudadanos renovemos y fortalezcamos nuestro interés por la política, que participemos analizando propuestas y, sobre todo, votando y fomentando el voto en nuestro entorno. Es nuestra responsabilidad, es por el bien de México y nuestras familias.

José Vega Bautista

@Pepevegasicilia

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